57. No more Heidis (Esperanza Tirado Jiménez)
Apoyada sobre la portilla de su granja medita sobre todo lo que la ha llevado hasta su nueva vida.
Vendió su coche porque era altamente contaminante, se hizo vegetariana y decidió vestir prendas de algodón.
Y vivir una vida sana y biosostenible.
En un sorteo ganó un fin de semana en una casa rural. Rodeada de verdes prados, cielo azul y amables moradores de aldeas que subsistían de lo que la tierra daba, cambió su chip urbanita.
Dando un contundente giro a su vida dejó su trabajo en una firma de abogados, olvidándose de stress, contaminación y atascos.
Para volver a la Tierra.
Transitar con calma.
Disfrutar de la Naturaleza.
Ahora, madruga casi más que el Sol, camina kilómetros buscando pastos frescos para sus ovejas, a las que ordeña a mano, cría a sus gallinas y recolecta sus propios alimentos. Luchando contra las inclemencias del tiempo, enfermedades desconocidas y plagas invasoras.
Y contra el Monstruo de la Burocracia, que extiende sus tentáculos hasta su verde montaña. Desde donde recibe cientos de notificaciones, exigiéndole DNIs biológicos, certificados de bienestar y registros de movimientos de todos sus animales y productos.
Respirar.
Ir paso a paso.
No rendirse.
La Naturaleza es Sabia.
Vemos todo tan bonito cuando nos muestran las aparentes bondades de lo que nos quieren vender, que en el momento de quedarnos a solas con nuestra preciosa adquisición descubrimos que no es oro todo lo que reluce. Cuántas veces nos ha pasado y pasará eso. Por un lado las Administraciones quieren impulsar el modo de vida rural pero, luego, todo son imposiciones, gastos y trabas. Tu protagonista parece ser capaz de luchar contra todo eso y más. Suerte y saludos.
Qué descansada vida la del que huye del mundanal ruido, decía un poeta.
Pero de descansada nada de nada. Y eso que con los sistemas automatizados de ordeño y demás la cosa ha cambiado bastante. O al menos eso parece viéndolo desde afuera.
La gente que vive del campo siempre fue resistente. Pero a veces chocan contra muros muy gordos (la administración es uno que siempre cuesta derribar)
Gracias Jesús.
Y suerte para ti.
Volver a la tierra, vivir de una forma natural, no resulta tan idílico cuando conlleva una gran carga de trabajo, si la civilización y las normas complejas y restrictivas están detrás de todos nuestros pasos, por mucho que queramos alejarnos. No sé si la buena de Heidi sobreviviría a esto, aun con toda su positividad. En todo caso, lo importante, como bien dice tu protagonista, es «ir paso a paso» y «no rendirse».
Un abrazo y suerte, Esperanza
A veces tenemos una idea equivocada de lo que es vivir en el campo. Todo requiere un proceso de adaptación, más o menos lento y tedioso por las trabas burocráticas actuales.
Nunca he vivido de lo que quiere vivir mi prota, pero lo de pedir DNIs y demás papeleos según san google es cierto.
Mira Leticia & friends 😀
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Gracias Ángel
Qué bueno Esperanza! Se te olvidó añadir que para paracticar su hobbi: la escritura, ya no valía el lápiz y papel, si quería enviar un relato debía conectarse a internet y allí no había cobertura… Suerte!!!
No sé si aún teniendo cobertura, mi prota tendría tiempo para conectarse a internet. Quizás le haría falta, para relajarse un poco dándole a la tecla, que la he estresado demasiado.
Gracias Ángeles
Saludos
No es fácil lo que decide hacer esa mujer. Pero no sólo porque sea un trabajo duro, sino porque la administración no tiene el menor interés en que ese trasvase se dé. Puede que ya llegue Internet, y el correo y, algún autobús diario. Y hasta haya algún Híper cerca del pueblo aledaño. Pero lo que interesa a las administraciones es la agricultura intensiva, ni ecológica ni nada que se le parezca. Competir, exportar, una balanza comercial positiva. También hay agricultura intensiva ecológica, pero es poco rentable. Y mucho menos fiable. Tu protagonista va a necesitar mucha fuerza de voluntad, mucha constancia y mucha paciencia para no tirar la toalla cuando le lleguen todas esas notificaciones exigentes que ya ha empezado a recibir. “Malos tiempos para la lírica”, que escribió Bertolt Brecht.
Suerte
Cortar con tu vida y cambiar de forma radical y casi hacerte un poco ‘hippy’ en estos tiempos se ve raro. Eso de ir contra corriente no es la norma. Pero siempre hay algún valiente que lo intenta. Y a veces le sale bien.
Malos tiempos en general. A veces la música y la literatura ayudan a sobrellevarlos.
Gracias José Luis.
Suerte para ti. Saludos
Estupendo relato donde condensas y plasmas una máxima que escucheé un día… «todos queremos volver a la naturaleza pero no a pie».
¡Buenísimo
Un abrazo.
No a pie. Y con todas las comodidades y lujos posibles. Por supuesto.
Cuánta razón tenía quien lo dijo.
Gracias Rosy.
Abrazos.
Una critica sutil, al sistema administrativo, enmarcada en la vida rural.
Me ha gustado tu ingenio, Esperanza.
Un besito virtual, como siempre.
Es que la burocracia nos persigue, ya sea en la ciudad o en la montaña más alta. No nos libramos.
Gracias María Jesús
Besos y abrazos de vuelta.
Y es que la vida no es como la pintan o como crees verla en dos días.
Que dificil es encontrar la paz en cualquier rincón de la tierra. Nos dejas un gran relato en el que el verdadero protagonista es ese sistema administrativo y la lucha por transitar con calma sobre ella.
Genial siempre Esperanza, un gusto leerte.
Un beso bonita.
La vida bucólica campestre está muy bien en las poesías o en los cuadros. O para un fin de semana. Alargar la estancia de manera permanente ya es otra cosa.
Gracias guapa.
Todo un premio viniendo de una gran escritora y además poeta. Eso sí que es otra cosa.
Besos 🙂
Ciertamente, ya ni se puede echar uno al monte para que le dejen vivir en paz. Me ha gustado mucho tu relato, Esperanza, por desgracia, se ajusta mucho a la realidad actual. Besos.
Lo de echarse al monte suena a tiempos pasados. Y, como dicen, cualquier tiempo pasado fue mejor. Al menos entonces no tenían (supongo) tanto papeleo.
Gracias Inma. Besos.
Esperanza la naturaleza es una cosa y el trabajo en ella otra. Tu lo cuentas muy bien. Suerte y saludos
Una cosa es irse al campo de vacaciones. Pero a los que viven del campo no les dan vacaciones.
Gracias Calamanda.
suerte para tí. Besos.
Jajaja. Tienes toda la razón, Esperanza. Tendemos a idealizar la vida en el campo. Una visión fresca y diferente. Me gusta por lo original del planteamiento y por la forma que le das a la narración, como en dos actos, ida y vuelta.
Suerte y abrazos,