96. «No somos Brujos»
Se oye un eco lejano, como un lamento colectivo susurrado por el viento:
Otra vez han encendido las hogueras, están acabando con nosotros.
El mismo eco que transmite este mensaje:
Si nos conocierais sabríais que nacemos para servir a la Luz, somos sus mejores alquimistas.
Nuestra habilidad es delicada, la unión del Cielo y la Tierra que logramos transformando los elementos más esenciales: agua de lluvia, aire, materia en descomposición, tierra y Luz del Sol, para elaborar un elixir exquisito, Vida que Nutre.
Eligiendo cuidadosamente cada hebra sintetizamos su color que os ofrecemos a través de nuestros productos, deliciosos frutos.
Rojo: ardor, pasión
Naranja: sabiduría
Amarillo: luz de vida
Verde: naturaleza y esplendor
Azul: carisma, comunicación y discernimiento
Añil: capacidad de trascender
Violeta: intuición y espiritualidad
Amamos este planeta y nuestra vida en él junto al resto de mortales,
Respiramos para vosotros,
Bendecimos vuestros paseos en nuestro Reino,
Observamos los ciclos naturales con respeto y admiración y
Labraremos y sembraremos, mientras estemos vivos, enriqueciendo a nuestra Madre Tierra
Lo ignoráis
¡Ojala lo supierais!
Alimentaos de Luz si queréis dejar atrás las tinieblas.
Ellos, con su magia natural, realizan una función única y maravillosa para este planeta, captar la luz e incorporarla al ciclo alimenticio. Al final todos comemos luz Solar, más o menos transformada según lo hagamos del reino vegetal o animal.
Pues yo, elijo el color del horizonte, verde bosque/pradera sobre fondo azul. Pero claro, estaba ignorante del color que los diferencia,llevo meses prendada y muy necesitada del ¡¡¡amarillo!!!
Tus comentarios, como siempre, un regalo.
MUCHAS GRACIAS
Y aprovecho para desearte !FELIZ AÑO 2018 y siguientes!
¿Te puedes creer que tengo a Walden encima de una de las mesitas de la habitación y aún no lo he leido?
Hola, Isabel.
Te me habías pasado (las Fiestas…), pero alguien que comenta a otros y otras compañeras con semejante avidez, ha llamado poderosamente mi atención y merece por mi parte una contrapartida vía exégesis.
Es un texto el tuyo comedido y a la vez apasionado y apasionante. Nos vamos sintiendo árboles a medida que la lectura de tu relato avanza ante nuestros ojos y se pone en tela de juicio nuestra errada conducta para con ellos, para con la naturaleza. Octavio Paz, el eximio escritor mexicano, en uno de sus poemas, hablaba con un árbol y éste le respondía. No me extraña, entre semejante par de soberbios seres. No he llegado a tanto pero los amo, hasta a los que tienen hojas espinosas, qué ingenua táctica defensiva.
Los árboles hablan por tu teclado: todavía son muchos, pero en verdad son muy pocos. Hablan como susurrando, hablan en cursiva, mecido, transportado su mensaje por el viento; hablan así para diferenciarse de nosotros, las «Gentes mayores», o algo así escribiría Juan en boca de un homúnculo. Los árboles, casi nada: nuestro futuro y el de los que nos continúan. El ombú, é árbol de la bella sombra: no da frutos ni es vistoso, pero si muy acogedor; la encina, el llamado árbol bello por los romanos; el ayurvédico neem, el árbol entre los árboles. En fin, hasta los matorrales…
El tuyo es un discurso formidable, memorable. Me uno a su letra y su espíritu como a una ley muy a tener presente. Te eriges en defensora de la naturaleza, paradójicamente todo aquello que no es cultura. Haces gala de unos sentimientos potentes como un millón de faros. O más. Mi más muy mayor enhorabuena por ello y un beso embebido de toda esa reivindicación natural. Feliz Navidad. Feliz todo para ti siempre.
Eduardo, eres muy generoso.
Estoy enamorada de este planeta, es bellísimo.
¡Somos tan afortunados de vivir en él y tan desconocedores de ello!
Eso sumado al estado primitivo de la humanidad, que la maltratamos y arrasamos creyendo obtener beneficio cuando es todo lo contrario.
Hay veces, en que contemplo el verde de los campos o el saber estar del árbol, su quietud y me siento muy dichosa.
¡Claro que nos hablan!
Un honor tu visita, muchas gracias por tu comentario.
Y Felicidad también para cada día, sabiendo que la felicidad y la fortuna es la Vida misma, estar vivos.
Besos
Isabel, cuánta fuerza y valentia hay en tu cuento. Suerte y Feliz Navidad¡¡¡¡
Muchas gracias Calamanda.
Y FELIZ AÑO
Si los árboles pudieran hablar lo harían con tus palabras. Seres vivos milenarios, indispensables para la vida, a los que no tratamos ni cuidamos con el respeto que merecen, olvidando demasiado a menudo que su destino está unido al nuestro. Lo suyo no es brujería, pero tienen dentro y expanden la magia de la vida. Unos seres que se alimentan de luz solo pueden iluminar la existencia de los demás.
Un relato positivo y un canto a la vida.
Un abrazo, suerte y felices fiestas, Isabel
Qué comentario tan bonito, Ángel. Y es cierto que de su magia depende la Vida en el planeta.
FELIZ AÑO!!!
Seres que abrazan la luz y la transforman en vida. Seres generosos que aún creen en nosotros a pesar de nuestros errores. Me ha encantado, Isabel. Abrazos y felices fiestas.
Muchas gracias Salvador, es cierto, seres generosos que seguirán haciendo con amor su labor en la tierra.
FELIZ AÑO!!!
Hermosa forma de expresar la vida. Alimentémonos de luz, pues.
Claro que sí, y no nos olvidemos de ninguno de los colores del arco iris hasta completarla.
FELIZ AÑO!!!
Precioso, Isabel. Cada palabra, cada línea, desprenden una energía enorme. Los colores son vida; la luz es vida.
Es un relato que transmite mucho. Me ha parecido lindo. Suerte, Feliz Navidad y besitos.
Muchas gracias María José, me alegra que captes la energía del bosque.
Besos
Hola, Isabel. Me ha encantado tu micro. Para mí lo más hermoso de este planeta son los bosques. Si los destruimos nos destruiremos nosotros mismos. Muy bonito me ha gustado mucho. Enhorabuena y con mucha suerte. Otra vez te deseo feliz año nuevo, Sotirios.
Gracias Sotirios, tienes mucha razón, más nos vale cuidarles cada vez más.
De nuevo también: FELIZ 2018, que disfrutes del fin de Año como se merece. 🙂
Buen homenaje a la naturaleza y a lo que nos da vida. La lástima es que muchos solo se acuerdan de esos árboles cuando se (los) queman o se(los) secan. Tras la lectura de tu texto me ha venido a la mente, entre otras cuestiones relacionadas, el «negocio» que supone (o suponía) para algunos la venta de árboles centenarios, como se denunciaba en la pelicula El olivo. También, como ha pasado en mi ciudad (A Coruña), como el botellón y los orines y el maltrato de los que participan en él, han acabado con varios ejemplares que daban bastante más (a todos) de lo que reciben (de esos pocos). Lamentable. Gracias por tu relato y por recordarnos todo lo que suponen esos árboles y lo que representan. Suerte, Isabel. Saludos.
Muchas gracias Jesús, tienes mucha razón, al final puede que nos acordemos de poner remedio cuando sea un poco tarde.
¡FELIZ AÑO 2018!