88. Norma básica (Relato fuera de concurso)
Atado con cadenas en un tanque lleno de agua, el gran Marotti parecía aguantar la respiración más allá de cualquier límite humano. Era sabido que el suspense formaba parte indispensable del número, que tardaría lo suyo, pues, en abrir aquellos candados y escapar de sus ligaduras, pero que de un modo u otro acabaría haciéndolo. Y aun así resultaba inevitable caer contagiado de su presunta desesperación.
Ese día, sin embargo, alguien le había cambiado las llaves, y Marotti buscó y buscó inútilmente entre ellas, probándolas una por una, mudando pronto la serenidad del principio en un nerviosismo creciente, apreciable en la expresión de sus ojos —tendente al pánico—, en el aspecto de su rostro —cada vez más congestionado— y, sobre todo, en los movimientos de su cuerpo, que acabaron desembocando en un pataleo y forcejeo tan angustiados como estériles, hasta quedar inerte y pálido —y con el aire de sus pulmones subiendo a la superficie— ante el espanto general.
«Un buen mago jamás desvela a nadie sus mejores trucos», escribiría en sus memorias años después.
Enrique, un ser mágico sin duda. Saludos y feliz navidad¡¡¡¡
Muchas gracias por tu visita, Calamanda.
Mis mejores deseos para ti también en estas fiestas y el próximo año.
Un abrazo.
Este si que parece un verdadero mago y no el Copperfield ese, con sus truquitos televisivos de aficionado embaucador. Eso de volver de una muerte aparente debe tener su dificultad. Ya sin bromas, buen relato, Enrique. Me ha gustado. Un abrazo.
Curiosamente la palabra mago se utiliza normalmente para referirse a gente que no lo es (suponiendo que haya alguien que lo sea).
Este de mi relato (ahora que lo pienso) quizá se contradiga en su propia frase.
Muchas gracias por pasarte, Jesús, y Felices Fiestas para ti y María José.
Un abrazo.
¡Guau! Me he sentido como el mismo ahogado. Y al final resultó que no lo estaba. ¡Pura magia! ¡Genial!
Cuánto me alegra tu comentario, Edita. Precisamente mi mayor empeño al escribirlo fue el de intentar transmitir cierta angustia.
Muchas gracias por todo y Felices Fiestas.
Un abrazo.
Qué mejor número de magia puede concebirse que el de regresar de entre los muertos. La forma de ejecutar ese truco, la crónica sobre qué hay mas allá, es algo que todo quisiéramos saber, pero no está reservado al gran público; bien seguros podemos estar de que el gran Marotti nunca lo revelará. Tu protagonista era todo un profesional. Fiel a sus principios, demostró a la postre que la norma sagrada de todo mago acerca de no revelar sus secretos ha de aplicarse siempre.
Un relato imaginativo, divertido y bien conformado. No se puede pedir más.
Un abrazo fuerte, Enrique
Qué satisfacción me producen siempre tus comentarios, Ángel.
Gran análisis el que haces de la historia y del tema.
He querido dejar la capacidad de este escapista a medio camino entre el ilusionismo y la magia, del mismo modo que supongo que él desvelo sólo parte de los fundamentos del numero a su equipo de ayudantes.
Muchas gracias por tu amabilidad y Felices Fiestas, amigo.
Otro fuerte abrazo para ti.
Qué final más inesperado y qué angustia!!
Besicos muchos.
Objetivo cumplido, entonces.
Me alegran mucho tus palabras, Nani. Muchas gracias por ellas. Espero que pases unas Felices Fiestas.
Muchos besos también para ti.
Planteamiento, nudo y desenlace… o promesa, transformación y prestigio. Curiosa similitud, ¿no crees?
Buen presgigio, por cierto, como debe ser: sorprendente, desconcertante.
Lo de no revelar los trucos no es por ninguna norma sagrada, sino por pura supervivencia; si un mago hiciera eso, dejaría de interesar al público. Aparte que el público, en el fondo, tampoco quiere saberlo; lo único que quiere es que le engañen.
Bravo, bravissimo; es más, yo diría que para quitarse el sombrero… ¿acierto? 😉
Muchas gracias, J. Ignacio. Muy generosas tus palabras. Ya quisiera yo tener un sombrero de esos para encontrar las palabras que hicieran justicia a tu comentario. Estoy de acuerdo contigo en que el público prefiere no conocer la clave de los trucos, de otro modo el espectáculo quedaría reducido a una mera exhibición de habilidad.
Te mando mis mejores deseos para estas fiestas.
Un abrazo.
Mágico tu relato y con trucos de verdad, tan de verdad que ni siquiera parece un truco sino un misterio.
Me ha gustado pasar por aquí y he dicho voy a leer a mi amigo Quique y a ver si me invita a una copita y unas pastas que eran muy típicas por estas fechas. jejeje.
Un fuerte abrazo, Quique y felices fiestas.
Encantado de recibir tu visita, amigo Isidro. Ya sabes que siempre tendrás la puerta abierta (y la mesa puesta) sea Navidad o no.
Muchas gracias por todo y Felices Fiestas para ti también. Nos vemos pronto…
Un fuerte abrazo.
Tensión mantenida y sorpresa final en una ambientación muy apropiada que casi tiene ritmo de escena televisiva, al estar tan marcadas las acciones y reacciones del protagonista. En este relato tuyo hay dos números en uno, a cual mejor: la habilidad del escapista y la pericia del narrador. Casi ná, que se dice en mi tierra.
Un abrazo grande, Enrique, y un Feliz 2018.
Me has hecho recordar con tu comentario aquellas series en las que en el momento de mayor tensión hacían un fundido en negro para continuar con la acción apenas un segundo después. Me alegra mucho tu generosa opinión, Manuel. Como siempre, me quedo asombrado de la gran capacidad que tienes para expresar lo que piensas.
Otro abrazo grande para ti y Feliz 2018. ¡Nos vemos muy pronto!
El gran número de su vida, engañar al mundo y engañar a la muerte. Muy buen relato, Enrique, lo he leído aguantando la respiración. Menos mal que son doscientas palabras, ja, ja, ja. Abrazos y feliz 2018.
En efecto, fue un número crucial sin duda, y estoy seguro de que habría sido memorable con cualquiera de los dos desenlaces.
Muchas gracias por tu amable opinión, Salvador. El próximo truco de Marotti intentaré que sea de cartas o algo así para que su lectura sea más distendida, ;-).
Abrazos y Feliz 2018.
Genial!!!
He estado con esa angustia de ahogo hasta el último suspiro final.
¡Un aplauso al mago!
¡FELIZ AÑO 2018!
Muchas gracias, Isabel. Estoy seguro de que el gran Marotti quedará encantado con tu aplauso.
¡Un abrazo y Feliz 2018!