14. Nostalgia
Viene de noche, en silencio, agazapado entre las sombras. A veces le empuja esa lluvia tenue que cubre con sus lágrimas los ventanales. Se le conoce con diferentes nombres. Y nos provoca el mismo temor que a un niño, el monstruo del armario. Quizá sea el mismo ser que ahora regresa a nosotros. Por eso aquí en la residencia tememos que llegue la hora de acostarnos y a ese cielo arañado por oscuras nubes. También a las visitas porque a pesar de vuestras cálidas sonrisas, lo traéis con vosotros.
Este relato me llega en un momento de mi vida que…puff, me toca el corazón.
Quien ha llegado al final de su existencia y lo sabe, quien no vislumbra porvenir ni proyectos, no puede sino sentir nostalgia de sus propios recuerdos, como también hacia las personas que lo visitan, siempre más jóvenes, en los que puede leerse que, al contrario que él (o ella), tienen vida por delante y muchos capítulos por escribir. La luz del día y la actividad, aunque sea ligera, atenúa esa seca sensación. En la soledad oscura de la noche, o en la humedad triste del cielo encapotado, no hay más realidad ni alternativa que la falta de ilusiones.
Un relato tan breve como intenso.
Un abrazo y suerte, Raúl
Es muy duro ver a un ser querido así. Mucho ánimo Marta.
Muchas gracias Ángel. Embelleces con tu acertado comentario este pequeño relato.
Me parece interesante esa ambigüedad del final, ese «lo traéis con vosotros», porque te hace ponerte en lugar de quien narra y pensar sobre el efecto adverso, a veces, de cosas hechas con la mejor de las intenciones. Un saludo y suerte, Raúl.
Así es. Muchas gracias Antonio.