NOV03. ¡MALTITO ALCOHOL!, de Sotirios Moutsanas
El ruido fue estrepitoso. En el amasijo de hierro torné mi rostro y atisbé a los grandes ojos de mi mujer, abiertos como platos, clavados en los míos. Mirándome con una profunda tristeza parecían preguntarme: “¿Qué has hecho?” Su cráneo estaba abierto y se podía discernir el cerebro. Contemplé la parte trasera y vi lo que quedaba de mis hijos era un espectáculo indecible, horripilante, salido de la más siniestra pesadilla.
— ¡No¡ ¡Hijos míos¡ ¡Hijitos míos!
Un charco de sangre se formaba en el suelo. Inesperadamente alguien rompió el cristal de la puerta delantera y me sacó del coche. Yo gritaba sin parar: ¡mis hijitos! ¡Soy un asesino! Yo y mi vicio por el alcohol.
— ¡Quiero morir! ¡Hijitos míos! ¡Hijitos míos!
— ¡Papá! ¡Papá!
— ¡No¡ ¡Hijos míos¡ ¡Hijitos míos!
Un charco de sangre se formaba en el suelo. Inesperadamente alguien rompió el cristal de la puerta delantera y me sacó del coche. Yo gritaba sin parar: ¡mis hijitos! ¡Soy un asesino! Yo y mi vicio por el alcohol.
— ¡Quiero morir! ¡Hijitos míos! ¡Hijitos míos!
— ¡Papá! ¡Papá!
Abrí los ojos y contemplé a mis hijos. Despierta, has tenido una pesadilla. Abracé a mis hijitos radiante de felicidad.
— ¡Cómo les quiero, hijitos míos! ¡Cómo les quiero!
El policía con el médico de la ambulancia hablaban consternados.
—Pobrecito, está inventando las palabras, me imagino que piensa que habla con sus hijos, de tanta aflicción se perdió la cabeza.
En el camino hacia al hospital sólo se distinguía su voz profiriendo:
— ¡Hijitos míos! ¡Cómo les quiero!
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Estremecedor. Lo leí hace días y ahora he vuelto para releer y comentar. Me impactó ya en la primera lectura, pero ahora me ha impresionado más todavía al saber que está basado en una experiencia personal. Felicidades por el relato y por sobrevivir.
Suerte
Gracias, Ana. Por desgracia sí, pero gracias a Dios a medias. Lo más dramático fue a recordad a mis hijos, porqué como la furgoneta estaba a terceros en un pispas me quedé sin herramienta de trabajo. Entonces recordaba a mis hijos pobrecitos iban a echarnos a la calle porque como sabes sin pagar la letra, y profería con pena ¡Ay, mis hijos¡ ¡Ay, mis hijitos¡ por aquí viene la inspiración de relato. Gracias a Dios como menciono gracias a la intervención de mi madre seguí adelante. Gracias por tu visita ,Anna, que tengas un feliz día, Sotirios.