NOV103. LAS PALABRAS DEL PASADO, de María Posadillo Marín
Los recuerdos de mi infancia me llevan hasta aquel cortijo, en la loma de un olivar, donde el verano cambiaba la rutina de la ciudad por los placeres de una existencia desprovista de zapatos y disciplina. Juana, la mujer del guarda, me acogía como a una nieta más y, cada tarde, me escapaba de la casa grande para sumergirme en los quehaceres del campo. Aprendí a cuidar de los animales, manchándome hasta el flequillo de «gallinasa» y « pavasa» como decía ella, y disfrutaba recogiendo los huevos recién puestos bajo la advertencia de no espinchacarlos todos y acabar con una tortilla en el vestido. Me enseñó a aliñar los chorchetes que ablandaba en el pozo, y jugaba a hacer competiciones de » borricos«, después de beber sifón. ¡Si mis padres me hubiesen visto eructar de aquella manera! No hubo otra época igual. Allí las palabras se dibujaban únicas y diferentes, como si su existencia sólo tuviera un sentido en aquel espacio y tiempo.
Precioso espacio y tiempo donde reinventar palabras,
Mucha suerte
Un abrazo
María, recuerdos que te han llevado a un texto buenisimo. Saludos y suerte.
María, estoy contigo en todo lo que cuentas; bien contado. Suerte y saludos
Un relato cargado de nostalgia. Bonito y bucólico. Mucha suerte!
María, un relato precioso y evocador!!! Me ha gustado!
«¡Si mis padres me hubiesen visto eructar de aquella manera! » qué bueno!!!
Un saludo! 😉
Bonito micro con sabor a melancolía y a veranos en el pueblo.Muy bien contado.
Un abrazo.