NOV115. GRATITUD, de Jes Lavado
La casa está en llamas, y nosotras ya estamos muertas. Lo vi venir en cuanto encendiste ese último cigarrillo diciéndome con mucha guasa que a tus ochenta y cinco el tabaco ya no iba a matarte. Después, entre lentas caladas, comenzaste una de tus digresiones nostálgicas sobre lo hermosa que fuiste. “Podía haber tenido a cualquier hombre, querida, pero el matrimonio no es para mí, ¡siempre fui un espíritu libre!”, decías siempre. Y nos dormimos. Tus dedos enredados en mis orejas y yo ronroneando estruendosamente. Cuando desperté, las cortinas ya ardían, crepitantes y vivarachas. Pensé en alertarte ─un leve arañazo hubiera bastado─ pero entonces vi el incendio reflejado en tus ojos. Y que en lugar de apretar el medallón de teleasistencia domiciliaria, te arreglabas el pelo con cuidado, colocabas las manos sobre el regazo y adoptabas una postura glamurosa, muy digna ─como de estrella de cine mudo─, mientras contemplabas con calma cómo el fuego daba cuenta de las fotos de familia. Noté que me rascabas cariñosamente la nuca, y supe que, a tu manera, me agradecías el sutil empujoncito que le había dado al cigarrillo.
¿Quién no empujaría el cigarrillo cuando ve el incendio en los ojos de otro? Por ahí lo llaman amistad, venga del ser que venga. Excelente blog. Un abrazo.
Gracias, Armando. Es cierto que a veces la lealtad y comprensión de los animales supera con creces las de algunas personas.
Un abrazo.
Simpático final para toda una vida de 85 años con gato incluido.
Un abrazo
Gracias por tu comentario, Epífisis. Un abrazo.
Muy lúcida no andaba la que fuera tan bella y hermosa, hay formas de marcharse menos dolorosas y egoístas. ¡Pobre gato!
Abrazo y suerte
Yo, en cambio, creo que sí que estaba muy lúcida y sabía que ya no quería seguir viviendo. Y en cuanto al gato, eligió su propio destino por lealtad.
Un abrazo.
Maravilloso, qué buen comienzo en tu primera viisita a esta casa. Bienvenida.
Muchas gracias, Isabel. Por tan alentadoras palabras y por la bienvenida. Volveré.
Me ha gustado mucho! Toda una historia en una sola secuencia y con dos personajes bien perfilados: la anciana nostálgica que elige su propio final; y la noble gata, que parece su fiel ama de llaves y que decide echar el telón junto a su ama. Los dos nos dan una lección, dispuestos a morir sin miedo y con clase.
También creo que la elección del punto de vista ha sido un acierto. ¡¡Mucha suerte!!
Gracias! Me tranquiliza ver que se entiende bien el relato. Empezaba a creer que no era comprensible…
Me gusta mucho tu relato. Al fin alguien que reivindica la fidelidad gatuna, que los pobres siempre comparados con los perros «el mejor amigo del hombre», ya, ya. Está claro que la anciana y su gato han hecho buenas migas.
Las dos espíritus libres y las dos juntas hasta el final, sabiendo muy bien lo que hacen y tomando sus propias decisiones. Un ejemplo a seguir. Ilustrativo, cuando menos.
Muchas gracias, Aurora. Yo siempre he sido más de gatos que de perros.
Un abrazo.
Jes, has conseguido desribir de una manera muy atractiva la fina astucia de la gata. Me ha gustado mucho tu relato.
Un abrazo.
Me alegra, Nicoleta. Gracias.