NOV143. AUSENCIA, de Begoña Rocandio Díaz
Cuando me levanto por la mañana, despliego cuidadosamente mi lado de la cama, estiro las sábanas y… ya está. Cama hecha. En el cuarto de baño, un solo cepillo de dientes, una toalla… En la fregadera, un plato, un tenedor, un vaso… La botella de vino empezada anoche, medio vacía, el tendedero, medio lleno. Uno sólo, medio, uno, medio… Mis días, medio vacíos, y yo, ahora sólo una.
Paso horas buscando. En la enciclopedia, en mil libros, en internet, en mil páginas web. Busco una palabra, una sola, que dé sentido a mi cuerpo, mi pensamiento, mi alma, mi existencia. Pero no la encuentro. “Todo lo que puedas definir, existe”, me dijo él un día. ¿Tendré que inventar una nueva palabra? ¿O será que, en realidad, yo ya tampoco existo?
Begoña, se respira pesimismo y desesperanza en tu relato de buen ritmo y descripciones acertadas. Suerte y saludos
Qué amargura. Que cruce la línea y se pase al otro lado. La palabra que busca podría ser mejorsolaquemalacompañada.
Un abrazo.