NOV146. CRÓNICA, de Miguel Jiménez Salvador
Su académico facultativo lo considera peligroso en extremo y le recomienda encarecidamente que abandone tal práctica, como única vía para atenuar los síntomas, pues cura no le ve. Pero él no se ve sin uno entre los dedos, sin el fluido apéndice de grafito y cedro, sin su aromática creación, dura y frágil a la vez, necesitada de protección. Si a él no le duele el papel en las cicatrices que construye y solo la oscuridad de su alma, de lámpara cerrada, de puerta fundida para el paso ¿qué le importa a nadie? Si la soledad solo le existe en la ausencia de palabra ¿qué le importa a nadie la gramática entre sus muebles?
Mientras cierra el cajón malo de las noticias, con el funesto sobre dentro, se le escapa helado un suspiro que tras vacilar levemente cae pesado golpeando en la mesa, rebota funámbulo sobre la arista descarnada y se pierde finalmente bajo la cama huérfana.
Su mirada vuelve a susurrar la sentencia desconsolada: hipálage sinestésica crónica.
Que diagnóstico más malo, criatura, yo creo que si pasa un plumero por las rendijas y abre un poco las ventanas para que entre el sol, se le recombinarán las letras y quizá el pronóstico sea esperanzador.
Besote.
Bueno, quién sabe, una enfermedad crónica no tiene que ser mortal, sobre todo si te mueres antes de otra cosa, je je. En este caso, a mi me da la sensación que al protagonista se le puede aplicar aquello de que «es peor el remedio que la enfermedad», je je.
Un besazo Eva.
Este chico que quiere ser artista. Si tomo sabe que los lápices son para mordisquear. Venga, amigo, mucha suerte.
Abracísimos.
Je je, tendría que haber sido hijo de Conchita Velasco, je je. Los mejores para morder eran aquellos que tenían una corona metálica arriba para la goma de borrar, uuuuum.
Abrazos Barlon, suerte por aquí y por todas partes.
Ya te comenté en tu blog Miguel.
Me parece un gran relato donde pese al a priori previsible final del protagonista, le queda el consuelo de que podrá al menos escribirlo,
No es mal consuelo poder escribirlo, aunque me da a mi que este escritorzuelo metido a malabarista, no coincide en la valoración de la gravedad de su «mal» con la que hace el galeno.
Abrazos Alfonso.
Miguel, muy original, me ha encantado. Un abrazo.
Gracias Salvador.
Abrazos.
Miguel, bonitos giros en las frases y la trama. Suerte y saludos
Gracias Calamanda, Igualmente. Saludos.
Es que, según se mire, eso es una enfermedad muy grave, y sólo se cura escribiendo.
O un problema de orden nada más, je je. Aunque tu receta me gusta más que la del médico.
Un saludo Carmen, gracias por comentar.