NOV156. LA VENGANZA, de Xavier Blanco
Me acuerdo de aquel día porque olía a tormenta. No había amanecido todavía cuando los caballos comenzaron a relinchar. Se movían inquietos y coceaban contra las tablas. El bosque de coníferas que rodeaba el valle ardía igual que lo hacen las hogueras en la noche de San Juan. El pueblo despertó alborotado, legañoso, en bata y zapatillas. Un sollozo ensordecedor huía entre las llamas. Atónitos, estirábamos la mirada buscando una señal, pero como respuesta solo encontramos aquella nube de ojos vidriosos pidiendo clemencia. Luego, como si se hubiera desbocado la chistera de un mago, empezaron a salir lobos, decenas, cientos. Todos aterrorizados. Lobos desmembrados, dejando a su paso un reguero de vísceras y sangre. Detrás, persiguiéndolos, un ejército de Caperucitas, con su ponchos rojos, sus cestas de mimbre y sus trenzas de oro. Las pequeñas los remataban a machetazos. La gente aplaudía. Entonces empezó a llover. La tormenta amilanó el fuego y aplacó la ira de las pequeñas. Allí quedaron los animales, muertos y disimulados entre el barro. Esa misma tarde enterramos a la abuelita. Me acuerdo de las niñas, todas vestidas de bermellón y, también, del olor a hierba húmeda y magdalenas que expelían. Como lloraban, las pobres.
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Muy buen relato como todos los tuyos. Caperucitas vengadoras y lobos que dan pena.
Xavier, tienes una pluma q convierte en oro lo q toca. La historia esta muy bien contada, muy vivida, pero, perdona mi osadia, es una «completa ida de olla»!!! (dicho con todo el cariño, eh??)
Ahora, me encanta que te hayas atrevido con algo asi, tan poco usual, menuda imaginacion, parece un cuadro surrealista sucio!!
Un abrazo
NACHO RUBIO
Me ha encantado ese aspecto aburrido que presentaba al principio el micro, que casi dejo de leer y de repente, hasta gore le has metido. Me ha gustado mucho esa carrera trepidante, el fuego con las caperuzas, la lluvia con las lágrimas, figuras bien atrapadas y sentidas. Lástima de errata en «legañosas» pero supongo que se podrá corregir si, como espero, es elegido.
Tremendamente surrealista, y esa prosa tuya -tan poética siempre- le da, por contraste, un toque más tremendo, si cabe.
Supongo que el comentario que te han hecho sobre «legañosas» viene porque en Latinoamérica (y en algunas regiones de España) se diría «lagañosas» aunque las dos son correctas según el diccionario.
Y eso, Xavier, que me ha gustado mucho tu cuento.
Abrazos.
Estupendo cuento, menudo revés le has dado a los lobos con estas caperucitas tan echadas para alante, ¿quién prendió fuego al bosque? ¿Ellas? me da que pensar que fueron ellas para atrapar con más certeza a los lobos.
Saludos Xavier y mucha suerte.
Jajaja, muy bueno , Xavier. Así me gusta, dar la vuelta a los cuentos tradicionales. Me encantan esas «rojillas» que no se dejan amedrentar ni por los lobos, pero sí lloran a la abuela.
Hoy, por fin «las chicas son guerreras».
Un saludo.
Pobres lobos!!! Por eso nunca me ha caído bien Caperucita, sabía que era una sanguinaria…
Me ha gustado mucho Xavier.
Besos desde el aire
Esto sí que es una acrobacia literaria, Xavier. Lobos y caperucitas varios con el rol cambiado en medio de un día de funeral. Claro, como para no acordarse de lo que lloraban las «pobres» niñas.
Un abrazo.
Muy creativo el relato.
Creo que el «como» final va acentuado.
Enhorabuena, Xavier.
Muy original. Personalmente me ha encantado la primera parte del relato.
Saludos, Blanca
Me quedo, sin duda, con el ejército de caperucitas saliendo del bosque. Que imagen!!!
Suerte, un abrazo.
Genial, Xavier, genial. Esa imagen de caperucitas rematando lobos a machetazos… ¿a ti te querían de paqueño, Xavi?
Un abrazo, Company.
Xavier, me quito el sombrero ante la lectura de este microrrelato. He disfrutado y he quedado admirado. Conjuga varios estilos para dejar una estampa de diez.
¡ Enhorabuena y mucha suerte para el concurso!
Como ya te dije hace pocos minutos…hubiese preferido que con tu prosa cargada de metáforas ¡hubieses eliminado los machetes!. Ten en cuenta que este espacio lo leen niños pequeños que no van a poder dormir…
Una escena cargada de surrealismo que arde como el fuego, muy viva y crepitante.
Mucha suerte para el concurso y un beso Xavier.
PD: Creo que tuviste algún trastorno de pequeño con este cuento infantil ¿no?…jaja….
A mí me queda una duda, ¿quién mató a la abuelita? ¿No serán los lobos chivos espiatorios, inocentes al fin y al cabo? MUy sorprendente el giro que toma el relato cuando lo que creíamos en un principio es que se había producido un incendio. Excepcional, como siempre. Esas pequeñas caperucitas son inquietantes, aún oliendo a magdalenas. Sólo tú puedes hacer una mezcla tan explosiva en este relato que juega a la perfección con el intertexto. Un abrazo y suerte.
Enhorabuena Xavi!
Me parece genial esta venganza. Confieso que me intriga quien es el narrador y quien habita este pueblo … me encanta «la que has montado» en el entierro de la abuelita.
Felicidades de nuevo.
Un abrazo.
Guauuuuuuuuuuuuuu!!!!!!!!!!!!!!!!! Qué pasada, de un rollo «aburrido» a una experiencia gótica……… Has superado con creces todos las expectativas del inicio, has dejado todos los chistes de caperucitas y pinochos a la altura de la anécdota, has conseguido que me ría a carcajadas y luego me pare a pensar en serio y me de un poco de pena de todos… Me ha llegado el olor a magdalenas.
Otro micro campeón. Deja algo para los demás, hombre.
Gracias a tod@s por los comentarios. Mónica, te explico un secreto, este era el final: «Después, mis hermanos y yo, marchamos a casa, y olvidamos esa idea de independizarnos. Allí quedaron la casa de ladrillo, y los restos de madera y paja. Nacho, la literatura nos permite cruzar las fronteras, abrir las puertas, surcar todos los mares…
Un abrazo. es un placer compartir el vicio de las letras que tod@s vosotros.
Jo, pues ese final de los cerditos hubiese sido más que acojonante. Pa la próxima.
¡Dios! Casi me da un infarto. Estaba tan desprevenida después de releer el primer párrafo, pensando en la música que tiene esa prosa tuya tan poética y cuando me doy cuenta estoy en medio de un cuento de terror… menos mal que descargó la tormenta. Me encanta el final. La abuela murió de un infarto, seguro.
Un abrazo y suerte
H