NOV158. LAS CUESTAS DE JAÉN, de Juan Pedro Ortega Sánchez
Ayer estuve jaeneando. Lo de siempre: café con churros en el Montana, un paseo por la catedral y por Metrópolis, una visita al museo y a El Corte Inglés. Dejé el coche al final de la calle Santa María del Valle y subí por la avenida de Madrid.
La vi cuando estaba a la altura del parque de la Victoria. Llevaba un insinuante minivestido veraniego. Comencé a seguirla. Todos los ojos se volvían hacia la Freya giennense. Algunos también miraban al monstruo de grasa que arrastraba los pies detrás de ella.
Poco a poco me fue ganando distancia. Caminaba de forma enérgica. En mi mente se habían abierto paso toda clase de fantasías, que deseché rápidamente: era un ser patético, un gordifeo que apenas podía caminar. ¿Es que acaso tendría fuerzas para intentar otra cosa? Tanit se estaba burlando de mí.
Bajé al centro comercial y devoré un magnífico plato combinado en el Goffy. El jaeneo no había sido del todo estéril.
Un relato que dice más de lo que dice.
Juan Pedro, si como dice Carmen dice mucho del protagonista y como se siente. Suerte y saludos
No conozco Jaén pero me ha parecido estar siguiendo a esa Tanit por sus cuestas.
Muy bien contado.
Felicidades.
«gordifeo», genial, sólo por ese invento, merece la pena dar un paseo por Jaen a través de tu relato.
Te has ganado que lea tu próximo relato Juan Pedro