NOV29. ÚLTIMO RECUERDO, de Yolanda Nava
La realidad se enreda con las imágenes del pasado que danzan en torno a su cama, espesando aún más el denso aire de la estancia. El viejo reloj de pared marca el tiempo a un ritmo irregular y, su corazón bombea a duras penas la sangre que recorre sus rugosas venas. Toda su existencia pasa ante sus ojos a flashes intermitentes. Quiere atrapar una rana que salta en la charca que amenizó sus juegos infantiles pero se le escurre entre los dedos, al momento se encuentra en el tele-club del pueblo en medio de un baile, su nariz inmersa en la melena de Elisa, el olor a champú de huevo de su pelo acariciándole la nariz y el alma, quiere quedarse allí pero un ruido ensordecedor le muestra el horror que vivió meses más tarde. Se da cuenta que no tiene escapatoria, que todo acabará donde empezó aquel día de invierno de 1936… ¿o fue en 1937? y vuelve a escuchar la orden alta y clara: ¡apunten, fuego!
Tristeza, un micro que deja en el lector una tristeza profunda, esa que suele generar la injusticia cuando gana la partida.
Buen trabajo, Yolanda.
ME gusta como fluye el texto hasta ese final que desemboca en la dura sinrazón de la guerra.
Enhorabuena, Yolanda. Muy bueno el relato.
Triste, tal vez porque con tus palabras retratas un tiempo amargo.
Buen texto, Yolanda.
¡Mucha suerte!
Besitos
Imágenes que pasan a una velocidad de vértigo y que desembocan en la triste realidad. Muy buen relato. Suerte. Nuria
Me gusta Yolanda. Creo que la identidad ser humano es la suma de sus recuerdos, sus vivencias. Algunos, nos persiguen y martirizan… Un abrazo
Tremendo, Yolanda. Yo tuve alguna crónica cercana y personal de varios episodios de esa época, y se parece bastante a ese tipo de escapatoria que tú tan bien planteas, Yolanda. Un abrazo.
Gracias a todos por acercaros y comentar, no sé si se capta bien la historia, ahora que la releo creo que no he plasmado muy bien lo que quise decir: los recuerdos que desfilan ante un moribundo, los más destacados de su vida, él quiere quedarse con los bellos pero la orden (de disparar) que tuvo que ejecutar en la guerra, marcó toda su vida, y no le abandona tampoco en el momento en que esta se apaga.
Este mes, no me encuentro yo muy satisfecha con mi micro… la verdad tampoco conseguí que me inspirase el tema, pero bueno, al menos he participado.
Saludos a tod@s.
Sí, Yolanda, yo creo que se entiende tal y como lo expresas. Ese ¡apunten: fuego! final es el que marcó una vivencia imborrable que se yustapone con sus recuerdos más queridos.
Has participado y lo has hecho bien. No te fustigues por lo que quisiste mostrar, pues el peor crítico de un creador es…¡él mismo!.
Besos Yolanda.
Yolanda, se capta perfectamente el fluir de los recuerdos ante la muerte. Lo de la orden que oye y recuerda como punto final, me parece perfecta, aunque yo había entendido que le fusilaron, no que fuera él quien apretó el gatillo. Llevas razón es más angustioso recordar ese hecho durante toda la vida. Pero enfocado desde el otro punto de vista (morir fusilado) es tambiénn un buen desenlace. Yo me había quedado satisfecha antes de leer tu comentario.
«¡Apunten, fuego!» tiene toda la fuerza que el relato necesita. No te quedes desilusionada.
Me gustan las imágenes que describes, me gustan los sonidos, los olores, el ambiente. Me gusta el disparo con el que se acaba todo, como si ese mismo proyectil lo matara a él.
Un beso grande.
A.M. A.
Sí que se capta y transmites, eso es realmente lo importante. Los recuerdos se agolpan y se unifican en el momento de la muerte en aquel que realmente marcó su vida y, tal vez, el principio de su muerte. Muy buen trabajo Yolanda!!
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Debería contestaron a los comentarios uno a uno, pero me tenéis que perdonar porque ando mal de tiempo, os agradezco vuestro tiempo y generosidad en los comentarios.
Besos para tod@s. 😉
Yolanda, muy triste y variable en la percepción, podría ser el que disparaba o al que mataron a su chica, pero las venas rugosas, el olor a champú de huevo, dota al relato de sensaciones y tristezas.
Un beso
Gracias Epi y me alegra mucho que estés otra vez por aquí.
Un abrazo.
La vida en imágenes, yo también quiero escribir algo sobre esto, que me interesa bastante. Leyendo lo de arriba, yo me había imaginado que estaba en coma por un fusilamiento que no lo mató, siguiendo el curso del cuento (sus recuerdos). Pero las dos lecturas son perfectas. Es más, dejas espacio al lector para que interprete lo que quiera.
Un abrazo.
Gracias por tu comentario Susana.
Un abrazo.
Nos has traído a la memoría recuerdos tristes de un horror pasado. Muy bien narrado, Yolanda
Yolanda, dices que no te quedas a gusto con tu relato. No se, creo que se entiende bien, el título ya pone en situación, y queda claro que es un anciano cuyos recuerdon danzan sobre su cama, su corazón bombea a duras penas… sus recuerdos y el «último» el del fusilamiento, el disparó y mató a alguien y eso le persigue… se entiende bien. Ya veo que eres de las mías, de autocriticarse demasiado. Está bien desarrollado. no te agobies… besos
Las palabras a veces se quedan cortas para describir ese tipo de vivencias pero tú les has puesto nombre. Es tristeza y desgarro.
Muchos besos
Yolanda, me ha gustado mucho tu relato. Es una triste realidad que les toco vivir a muchas personas y cuyo recuerdo todavía atormenta a los pocos supervivientes que quedan.
La parte mas hermosa y que describes muy bien es cuando esta con la mujer que ama y se siente tan feliz, ajeno al destino que arrasara todo su mundo.
Enhorabuena y que tengas mucha suerte.
Gracias también a Amparo, María, Mei y José Gonzalo, por pasaros y ser tan generosos con vuestros comentarios.
Saludos.
Interpreto que presenció el fusilamiento de su amada. Destaco el tono del relato, triste, así como la descripción del escenario final, ese tic-tac irregular, las venas rugosas, y la duda de la fecha. Suerte en la selección.
Grcias por acercarte Ximens y aportar siempre un punto de vista diferente. Abrazos.
Gracia por tu visita y comentario Ana.
Un fuerte abrazo.