NOV38. RECREACIÓN, de Eduardo Iáñez
El rey Nabu-naid contemplaba desde su palacio los jardines colgantes. Hastiado de tanta belleza, su añoranza de los tiempos en que solo se ocupaba en conspirar le llevó a idear un plan apropiado a su usurpación. Convocó a sus magos y les conminó, entre amenazas y promesas, a encontrar el conjuro que crease la más bella obra del mundo.
Durante siete años los sabios caldeos fueron muriendo entre palabras nefandas, hasta que el último de ellos regresó a la corte. El rey comprobó que lo acompañaba uno de esos israelíes cautivos, llorosos como mujeres por la pérdida de su patria. Se llamaba Daniel y dijo ser oráculo de la palabra hecha acto. La expectación y la curiosidad iluminaron el rostro del monarca:
—Te cubriré de oro —aseguró— si tu conjuro alza ante mis ojos una belleza superior a la que nos rodea.
—Una sola palabra basta —replicó el judío, que entreabrió sus labios y profirió una voz antigua como el mundo.
Generaciones nacieron, amaron, murieron mientras el velo del salón se desplomaba; civilizaciones se enfrentaron, triunfaron, fracasaron al paso del shamal enterrando el imperio; y cuando sobre las aguas del Eúfrates aleteó el espíritu, la creación entera contuvo el aliento.
Qué épico y legendario es tu relato, como los de Borges. Enhorabuena.
JM
Ah, ya quisiera yo ser borgiano, admirado JM, por mi escritura, pues solo lo soy por lectura, aunque rendidamente. Pero en este caso, ni con sangre entra la letra. Gracias, y un abrazo.
Bonita y elegante «recreación» de una época cuasimítica, donde se mezcla lo irreal con lo ideal. Me ha encantado, y me ha sugerido revisitar el libro de Daniel y la historia de Nabucodonosor y la de sus sucesores. Felicidades.
Gracias, Fernando. Si mi micro ha conseguido que declares tu intención de revisitar ese ‘libro de libros’, mi logro es completo. Un saludo.
Poderosa palabra. Muy bien ambientado el micro, coincido con los compañeros. Un saludo.
Y cariñosas, como siempre, tus palabras, Ana. Saludos también para ti y suerte para tu micro y tu atrayente ninfa. Un poco sátiro me siento, fíjate. Enhorabuena.
Eduardo, muy bueno. Saludos y suerte
Muchísimas gracias por tu calificativo y tus deseos, Salvador. Un saludo.
He disfrutado mucho este relato de resonancias bíblicas que me hace pensar en el nombre sagrado que no debe pronunciarse. El último párrafo me parece precioso y además he aprendido la palabra «shamal». Mis mejores deseos para fin de mes, el relato lo merece. Un abrazo.
Muchas gracias, amiga, por tus deseos y por tu visita. Creo que, en efecto, el tema propuesto necesitaba unas resonancias míticas que opté por situar en nuestras propias referencias culturales. Me alegra que hayas disfrutado con el micro, de eso se trata. Un fuerte abrazo.
Eduardo, me sumo a los elogios. Me ha gustado mucho tu relato, diferente, con aires de epopeya y con un vocabulario muy bien escogido. Como dice Ana, el último párrafo es de gran belleza. La caída del velo del salón me recuerda a cuando se rasga el velo del templo de Jerusalén al morir Jesucristo, ese velo que separaba a los hombres de la divinidad. Qué gran obra literaria es la Biblia (dicho esto con todo mi respeto por los creyentes). Creo que tu relato merece como mínimo una mención. Mucha suerte con el jurado. Besotes. Mercedes Jiménez
Gracias por tu entusiastas calificativos, Mercedes. Y es que, en todo caso, lo que a la larga importa es que haya quien disfrute con lo que uno ha escrito. Como decía Bryce Echenique: «uno escribe para que lo quieran más». Y posiblemente, aunque simplificado, sea verdad.
Suerte también a ti con tu relato del mes, al menos hasta que los cuadernos anochezcan. Saludos.
Eduardo, magnífico relato. Me ha gustado, en especial, el último párrafo!
Enhorabuena!
Un saludo! 😉
Gracias por tus parabienes, Miguel Ángel, por un relato que parece concitar la atención de los lectores en el último párrafo. Me alegra que te haya gustado, como a mí que hayas hecho hablar a la gardenia: todo un milagro de la palabra. Felicidades también a ti.
Saludos.
Especialmente el último párrafo es excelente. El conjunto tiene un tono fantástico, oriental, casi borgeano. Mucha suerte y saludos.
Muchas gracias por tus deseos de suerte, que hago recíprocos para tu don Eufemio, auténtico hallazgo como relato y desagradable acierto ministerial cuya jubilación todos deseamos.
Me halagan especialmente tus referencias borgeanas a mi micro, porque si en efecto hay el más mínimo parecido, he de confesar que es totalmente inmerecido, pero también plenamente consciente, pues lo tengo entre los más altos maestros del relato.
Un abrazo.
Precioso cuento, Eduardo, con un final que deja sin aliento y sensación de abandono.
Un abrazo.
Gracias, Susana, por tus palabras, y por tu relato de este mes y el Usnavy (Yusnavy, según Epífisis) que nos dejas.
Me llama la atención esa sensación de abandono que mencionas en mi relato, porque una de mis intenciones ha sido, en efecto, abordar la idea de un cierto abandono, un cierto hastío en la posibilidad de una recreación poética, de una ‘segunda oportunidad’ para la humanidad, después de la creación divina por la palabra.
Me ha parecido muy oportuna y sugerente tu lectura. Gracias, y suerte para este mes. Un saludo.