NOV50. NOMENATUM, de Miguel Ángel Page
Nomenatum carece de forma o color; en ocasiones, cuando la luz del sol es especialmente intensa, pareciera adivinarse en él un tono púrpura. Exhala un olor agrio al desplazarse y, pese a no tener extremidades, es tan ligero que resulta imposible capturarle. La primera vez que le vi frente a mí era adolescente. Fue una noche de abril en el hospital, mientras mi padre agonizaba. Recuerdo el frío al sentir su tacto, y mi ímpetu, estéril y desolador, por zafarme de aquel monstruo. Quince años más tarde volví a verle, la noche en la que mi mujer se marchó para no volver nunca más. Apareció de madrugada, actuó rápido. Comprimía mi tráquea tan fuerte que estuve a punto de no contarlo. No sé cómo pude librarme de él entonces. Pero sé que volverá, tarde o temprano. Ahora le espero de otra forma, sereno, y con la suficiente lucidez. Quizá sean los años, o tal vez me tranquilizó saber que usted también ha sentido cerca al Nomenatum.
Hola, Miguel Ángel.
Deben de ser los años porque con las experiencias que vivió no sé cómo puede estar tan sereno… Lo dicho, serán los años.
Bueno, Miguel Ángel, muy bueno. A mí me ha dado repeluz la descripción que haces de él; eso del olor agrio me produce escalofrío.
Un abrazo muy fuerte y suertísima.
Bueno, yo sólo le puse el nombre, pero «el bicho» anda por ahí, y quien más quien menos le conoce. Espero que tú no. Un abrazo grande.
Creo que no le conozco, no me asustes…
Miguel Ángel, este monstruo es un impresentable. Está bien descrito y hasta da cosa. Suerte y saludos
Ese monstruo es parte de la vida. Mejor no toparse mucho con él. Investigué por ahí, pero como no tiene nombre, tuve que inventar una palabra.
Un saludo, Calamanda.
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Ahí está, cada día, a la vuelta de la esquina, el jodío. Al decir púrpura pensé en mis queridos «nomenatum» personales, ya sabes. Poner nombre, qué buena época aquella en la que todo existía sin necesidad de nombrarlos. En fin, Miguel, que la próxima vez que se me presente no sé si me acordaré del nombre, pero sí de ti.
Bueno, espero que tardes mucho en toparte con él. Y bueno, en parte somos «humanos» desde que adquirimos la capacidad de poner nombre a las cosas, esto es, de «poseerlas» a través del lenguaje.
De tus obispos como les ves por todas partes no digo nada… jejeje.
Un abrazo, Javier.
De lo más interesante que he leido este mes. Creo que se podría redondear aún más evitando alguna sonoridad interna, jugando más la baza del extrañamiento, pero en lineas generales me parece bastante acertado. Enhorabuena, Miguel Ángel.
Abrazos
Cuidador de sirenas, ¿qué tal? Me alegro que te haya parecido interesante. La sonoridad se me coló sola, como una suave ese. Me gusta la posibilidad de extrañamiento, aunque creo que el tipo después de lidiar con Nomenatum consiguió hacer ‘tangible’ y dar nombre a algo ya enigmático de por sí en la vida. Gracias por tu comentario, Nacho.
Un abrazo.
Todos tenemos el recuerdo de nuestro propio Nomenatum de infancia…
Buen micro.
Un saludo y mucha suerte
Así es. Gracia por tu comentario. Un saludo.
Miguel Ángel, he visto su sombra y espero esquivar su presencia. Me ha gustado mucho. Saludos.
Suerte con ello. Me alegra que lo hayas disfrutado. Un saludo.
Creo que sí, que lo he sentido más de una vez. Ahora ya se su nombre y quizá así, pueda librarme de él. Suerte Miguel Ángel.
Besos desde el aire
Suerte, seguro que sí. Gracias por pasarte. Un abrazo aéreo
Qué miedo!.
A partir de ahora miraré a mi espalda a ver si va a estar persiguiéndome.
Muy bueno.
Suerte.
Un beso.
Mantén los ojos abiertos. Gracias por pasarte, un saludo.
Pues sí, es un mal de muchos… o de todos. Ese Nomenatum, personalmente no me gusta nada, pienso lo menos posible en él. Y sin embargo en tu relato resulta novelesco, con un punto de misterio. Un personaje principal muy bien definido.
Perfectamente llevado hasta el desenlace abierto, como corresponde a dicho protagonista.
Un abrazoooo, Miguel Ángel
Mejor no pensar en Nomenatum, y disfrutar de la vida.
Me alegra que hayas disfrutado el texto, Amparo.
Un abrazo, compañera
Me gusta mucho tu relato. Es muy original y tiene una atmósfera gótica muy conseguida. El final es todo un acierto, haces que el lector se implique más en la historia al identificarse con ese interlocutor al que se dirige el protagonista. Ese Nomentatum me ha recordado un poco a Nosferatu jeje, desde luego me provoca los mismos escalofríos. Para mi gusto es de lo mejor que he leído este mes y creo que tienes calidad como escritor. Suerte Miguel Ángel. Besos. Mercedes Jiménez.
Vaya, Mercedes. Me alegra que lo hayas disfrutado, y también que captases su sentido. Muy agradecido por tus palabras. Hacen que uno quiera seguir intentándolo. Un saludo.
Éste sí que es bueno,. Bueno entre los que se hayan presentado este mes, este año y este lustro; y bueno entre los buenos que has escrito Page, lo que sabiendo cómo te las gastas, no es poca cosa.
Gracias, Ana. Aunque todo eso es mucho decir, demasiado. Me alegro que te haya gustado Nomenatum.
Un abrazo grande
Estoy segura de haberme topado alguna vez con Nomenatum, lo descibres tambien que si no lo vi, lo oli o lo senti, y espero no toparme con el en los proximos 50 años?? es escalofriante tu relato tan bien conseguido que mientras lo leia parecia que tenía a ese Nomenatum en el cogote y con el tiempo climatologico que gastamos por aqui, mas tenebroso me parece. Enhorabuena señor Page.
Pues que tardes y en verlo y que para entonces estés preparada.
¿De dónde es ese clima del que hablas?
Gracias por tu comentario. Un saludo.
El clima cántabro, lluvia y días grises los que soportamos desde hace días.Hoy a las cinco y media parecían ya las ocho de la tarde.
Winter is coming…
Inquietante relato, en el que has bautizado al innominatum, el que nunca debe ser nombrado, así que cuidadín. Muy interesante. Te deseo mucha suerte.
Dicen algunos que hasta que no poseemos las cosas no las controlamos. El lenguaje sirvió para nombrar a lo desconocido y salir de la oscuridad. Otros, simplemente argumentan que es mejor saber dónde está el enemigo. Gracias por tu comentario. Saludos.
Nomenatum no es sólo una palabra, es un ente, un ser maligno, una sensación o sentimiento negativo… Y tú lo has escrito muy bien, Miguel Ángel.
Enhorabuena! 😉
Un saludo!
Es todo eso que dices, tocayo.
Gracias por tu comentario. ¡Saludos!
Contundente palabra, me gusta. Y me gusta también el relato, el modo en que nos adentras en él y la sonoridad que lo envuelve.
Un beso y suerte.
Me alegra que lo hayas disfrutado, Paloma. Un beso, «escritora de mujeres históricas».