NOV69. EL SÍNDROME ENCICLOCÉMILO, de Rakel Ugarriza Lacalle
El primer caso que se manifestó mantuvo en vilo a toda la comunidad científica durante varios meses. El sujeto en cuestión presentaba unos síntomas realmente curiosos no descubiertos en individuo alguno hasta la fecha. Sus dedos pulgares mostraban un desproporcionado desarrollo, alcanzando un tamaño tres veces superior al habitual, eso sin mencionar la desaparición total de sus huellas dactilares o la sensible merma diaria de su masa cerebral. El paciente a estudiar, además, mostraba una incontrolable repulsa hacia todo tipo de libros, cuadros y manifestaciones artísticas de diversa índole. La sola mención de vocablos tales como soliloquio, genuflexión o grandilocuente hacían que su cuerpo convulsionara durante más de quince minutos seguidos. Lo mismo ocurría si se le mostraban imágenes de obras tales como La maja desnuda, El grito o Construcción blanda con judías hervidas. Crítico fue el día en el que le acercamos un volumen de En busca del tiempo
perdido, aunque no tan grave como en el que aquella investigadora venida desde Canadá intentó leerle un fragmento elegido aleatoriamente de Rayuela. Esta primera investigación llegó a su fin cuando el paciente, sin ningún tipo de aviso, abrió la boca y sus propias palabras se lo tragaron.
Me gusta el ritmo de la narración, te agarra hasta el final que resulta perfecto. Muy bueno, suerte.
Saludos.
Muchas gracias por tus palabras, Beto. Me gusta que te guste 😉
Muy bueno, Rakel. Me ha sorprendido y me ha dibujado una sonrisa el final de tu relato. Casi me ha alegrado que terminara así ese individuo. Un síndrome anticultural este SÍNDROME ENCICLOCÉMILO.
Un abrazo
Muchas gracias, Petra, aunque me temo que este sujeto tal vez solo fuera el primero. Crucemos los dedos para que no sea el principio de una epidemia.
Un abrazo
Rakel, original y divertido, me ha gustado mucho. Saludos y suerte.
Gracias por tu comentario, Salvador.
Un saludo.
Un síndrome nada bueno este. Aunque tu cuento sí lo es. Me ha encantado.
Un abrazo.
De momento parece que no es contagioso, Sara.
Gracias por la visita.
Un abrazo.
Genial! me encantó tu relato. Un abrazo.
Muchas gracias, Mikita.
Un saludo.
Hola, Rakel.
¡Qué bien has dibujado al personaje! Y qué soberbia has sido al finalizarlo…
Menudo tipejo era el señor.
Grandísimo relato y mis felicitaciones más sinceras.
Muak, y que recojas éxitos porque el micro lo merece.
¡Qué bonitas palabras, Towanda! Gracias mil.
Un abrazo.
Tu relato me ha provocado una sonrisa con ese final tan inesperado.
Creo que es la primera vez que las palabras se tragan a alguien.
Claro que, bien pensado, se podrían tragar a muchos más de esa calaña…
Suerte.
Un abrazo.
Un placer haberte provocado una sonrisa, Belén.
Gracias por tu comentario.
Un saludo.
Rakel, buen ritmo el de sus descripciones y perfil, y un final sorprendente. Suerte y saludos
Me temo que el dato de los dedos pulgares es una evidencia de que la epidemia ya está más que extendida… ¿me equivoco?
Final de libro, Rakel. Acorde con todo el micro.
¡Un besazo, y suerte!
Muy bueno Rakel! Me ha gustado mucho … Sus propias palabras!!!! A más de un contertulio le debería pasar!!
Un saludo! 😉
No mencionas el porqué de los pulgares desproporcionados, ni falta que hace. Me gusta el cierre con ese vómito a la inversa.
Un abrazo.