NOV78. FRATERMISTAD, de María Paz
Quiso el destino que no tuviera hermanas para compartir ropa de armario, ni confidencias nocturnas, ni robos con alevosía de zapatos de tacón.
Soñaba un amor que no estaba en ningún andén, ni en tren alguno hacia destino anunciado, mientras en su reloj las manecillas se frotaban las manos de impaciencia, cuando a lo lejos divisó un tranvía rojo echando un humo azul por las ventanas.
Dolorida por un roce de zapato de cristal, lo montó con cuidado, iniciando un trayecto de camarada de destino. Reunía un olor a guiño de crianza, y el sabor a siempre a mano para cualquier noche de lectura compartida.
De eso hace treinta años, y siguen fratermistando cada noche.
Qué bueno verte por aquí, Albada.
Fratermistad es la palabra perfecta para ese que nos acompaña y nos llena de ilusión incondicionalmente, toda la vida.
Un abrazo.
Olores a Joan Manuel, y a una Penélope que -sin nombrarla- flota en el ambiente de tu relato. Muy bueno.
María, muy bonito. Suerte y saludos
Relato sensible, María. Fratermistad es una palabra muy bien hallada! 😉
un saludo!
Hola Mari Paz, yo tampoco tuve una hermana compañera de confidencias, pero a cambio he tenido muy buenas fratermistades.
Saludos