NOV80. VENDEDORES, de Manu Garpe
Dos tipos discutían acaloradamente en la calle. Se les podía ver desde mi ventana. Aunque no podía escuchar claramente cuál era el motivo de la discusión, los dos hombres de mediana edad y ataviados uno con traje oscuro y el otro con traje gris, parecía como si uno de los dos hubiera cruzado cierta frontera prohibida. Deduje que debían ser vendedores. Yo también lo era y su aspecto no era muy diferente al mío cuando me enfundaba el traje de faena.
Al cabo de unos treinta minutos uno de los dos hombres se marchó no sin dejar de hacer aspavientos con los brazos. Sonó el timbre de la puerta. Abrí. Era el hombre del traje gris. También vendía puerta a puerta. Antes de que me dijera lo que ofrecía le pegunté por la disputa.
Pura competencia –me dijo-, soy apolo-geta del cleanismo, una nueva religión cuyo dios lava más blanco que cualquier otro. Mi competidor decía que además de blanquear, el suyo, también abrillantaba. A mí solamente me interesaba quedarme con esta zona. Me entregó un librillo con todos los detalles.
Después de aquella visita sigo siendo ateo pero aproveché la ocasión para hacerle cambiar de compañía de seguros.
¿Lo conseguiste? que cambiara de compañía de seguros.
Si lo vuelves a ver me lo mandas que le venda la enciclopedia que compré hace algunos años. A ver si cuela.
Me ha gustado tu relato. Me ha hecho sonreír.
Saludos. Virtudes.
Pues si no recuerdo mal tiene que renovar su seguro de vida así que te lo mandaré a ver si tienes suerte con la enciclopedia. Pero ten cuidado, porque como buen vendedor tratará de venderte su nuevo producto estrella: ¡en el mismo pack no solo va un dios que blanquea, abrillanta y suaviza sino que además puedes asegurarte el paraíso pagándolo en cómodos plazos!
Gracias Virtudes. Un beso.
Es un duro trabajo el de vendedor y muy poco agradecido. Has hecho un divertido popurrí entre testigos religiosos, detergentes, y compañías de seguros.
Felicidades.
En este mundo donde el único dios es el Comercio no podían quedar fuera de la feroz competencia ni los dioses ni las religiones que los alimentan.
Gracias Asun. Un beso.
Manu, bien contada esta version humoristica del cazador cazado. Suerte y saludos
Ya sabes, por encima de la hiena está el león.
Gracias Calamanda. Un beso.
Me ha gustado mucho la idea de vender la religión como un producto de consumo intercambiable con seguros o enciclopedias (en desuso). Crítico y divertido.
Tan en desuso como algunas religiones…
Las religiones, sobre todo las mayoritarias, han convertido a sus creyentes en meros clientes transformándose así en un producto de consumo más.
Gracias por tus palabras.
Saludos.
Buen vendedor, y porque trabajaba en seguros que si hubiera sido con aspiradoras, con una que se va bajo el brazo.
Si, jajaja
Hay vendedores que son capaces de vender hasta su madre por lo que imagínate si el producto está por debajo de esa categoría.
Gracias por leerme Begoña.
Salud.
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Manu, un relato muy hábil, lleno de humor. El Cleanismo (jejeje)se acerca, menos mal que estamos bien asegurados.
Un saludo! 😉
No todos Miguel Ángel, hay gente muy desprotegida que son víctimas de todos estos vendedores-predicadores sin escrúpulos, ya que cada vez hay más detergentes, digo religiones…
Otro saludo para ti y gracias por leerme.
Me gusta tu parábola de vendedores y su humor crítico con el crack del narrador haciendo de las suyas.
Suerte y saludos.
Con los micros también se puede hacer crítica social sin perder el humor.
Gracias por tus palabras y por leerme.
El final está muy bien. La oficina en su propia casa, de lujo.
Un abrazo.
Bueno, exactamente no tenía la oficina en su propia casa, lo que sucede es que un buen vendedor trabaja las 24h del día y aprovecha cualquier situación para venderte un seguro, una madre y hasta un dios. Lo que se tercie…
Otro abrazo para ti Susana.