NOV85. EMINENCIAS, de Mateo Alonso Ferrera
Los padres del nene decían que su hijo llegaría muy lejos, que sería un prohombre, una figura eminente en la ciencia, en la política o en la economía o en aquello que se propusiera. Y era todo porque a los seis meses de edad el nene dijo “zambranteja”, de manera clara e inequívoca. Esto suponía un avance sobre los otros nenes, que decían por igual “mamá” o “papá”; porque “zambranteja” era palabra más elaborada, y si eso decía a esa edad, qué elogiables discursos no diría en edad moza. Pero el nene no les salió de ahí: aún a los siete años todo cuanto decía era “zambranteja”, sin que ningún pediatra o psicólogo de la comarca les diera un diagnóstico preciso. Por fin hicieron venir al doctor Bergné, reputadísimo especialista y eminencia en materia de habla temprana. Ya en consulta, el nene quedó mudo, no había modo de hacerle hablar.
-Déjennos a solas, a veces la presencia de los padres es coercitiva.
Así hicieron, hasta que minutos más tarde se entreabrió la puerta de la consulta.
-¿Y? ¿Ya dijo algo? –inquirieron los preocupados padres.
-Zambranteja
-Entonces, ¿es grave?
-Cabistra canuma delente, pártigo jaza, ¡zambranteja! –respondió, muy alegre, el doctor.
Y el eminente doctor se quedó tan ancho!.
Muy bueno.
Suerte.
Un abrazo.
Que buen diagnóstico!!! Muy divertido, se ve que el niño tenía poder de convicción.
Felicidades por tan original cuento.
Saludos
Mateo, original y entretenido hasta el final; y bien contado. Suerte y saludos
Ja ja ja,magnífico diagnóstico.
Mateo, muy bueno, saludos y suerte.
Si es que cualquiera lo sabe, Mateo!!! Muy bueno el relato y bien escrito!
Un saludo! 😉