8. Nunca supe nada (Esperanza Tirado Jiménez)
Escribo estas letras para despedirme porque en su momento no lo hice. Había demasiada gente alrededor. Yo estaba siempre cerca de ti y de todo, pero hacía como que no me enteraba de nada. La rubita angelical, me llamaban los de Seguridad. Aunque de ángel no tenía un pelo. Supe siempre cuál era mi sitio. Después con la otra se formó tal escándalo…
Nadie lo ha sabido. Hasta ahora. Cuando lo cuento, normalmente en ‘petit comite’, nadie me cree. Algunos me tachan de mentirosa, otros de buena actriz. Y se ríen. Tal vez podría usarlo en un monólogo y hacerme famosa en la televisión. A lo mejor conseguía ser trending topic en Twitter unas horas. Y después… ¿Qué? Ni yo misma lo sé.
Recuerdo pasear por la Casa Blanca como si fuera una exploradora, descubriendo algo maravilloso. Los viajes a tu lado en el Air Force One eran emocionantes. Ahí me di cuenta de que, efectivamente, las noticias vuelan. Lo más aburrido del mundo era Camp David. No había más que árboles y nubes.
No estoy segura de si merece la pena sacarlo a la luz. Dejémoslo estar.
Pues, con ese tipo de «habladurías» (ciertas o no, eso parece importar poco), muchos/as se harían de oro acudiendo, previo pago, a programas televisivos rastreros o dejando que algún avispado usara su nombre en la portada de cualquier basura escrita por el peor de los negros literarios disponibles. Y aún tiene suerte nuestra amiga de que los encargados de que todo vaya bien en los rincones ocultos del Poder, le hayan dejado cierta libertad, al menos en apariencia. Suerte, Esperanza. Saludos.
Y much@s se lanzan a ese circo, en el peor sentido de la palabra. Pero debe haber alguien ahí fuera (espero), mi rubia aparte, a quien no le compense todo ese jaleo.
Gracias Jesús
Suerte para ti también
No vamos a culpar a todos los que detentan el poder, pero a nadie se le escapa que a lo largo de la historia, nobles, reyes y primeros ministros han hecho uso de sus privilegios para dar rienda suelta a sus peores pasiones, de forma encubierta, eso sí, que tenían una imagen que mantener. No hay que retroceder mucho, también sucede hoy, no hay más que ver las noticias. Salvo por la referencia a Twitter, que entonces no se había creado, la protagonista de tu relato recuerda a Marilyn, sin duda una víctima, alguien de quien se quiso hacer juguete o trofeo, por no decir objeto deshumanizado de usar y tirar. Por muchas prebendas que pudiera haber obtenido a cambio en el mejor de los casos, ninguna merece esa utilización, el silencio obligado y el ostracismo de las mujeres que han vivido algo así. Algunas pueden sacar a la luz su situación, aparecer en los medios durante un tiempo, pero poco más, y siempre a costa de su reputación y de ser etiquetadas y, siempre, negadas por los causantes.
Un abrazo, Esperanza. Suerte
Es todas ellas y ninguna, una mezcla de Marilyn y tantas otras. Que se metieron en un mundo lleno de glamour, y al final no es oro todo lo que reluce. Pero intentar sacar beneficio económico de eso siempre es muy goloso.
Un abrazo Ángel.
Suerte para tu historia ☼
Ser amante del poder, compartir cama, mesa y mantel, puede ser el argumento de un libro o los titulares de una revista, sin duda. Original relato, Esperanza. Abrazos y suerte.
Esas historias suelen dar siempre mucho que hablar y filmar. Y a veces la leyenda se come a la realidad.
Gracias por lo de original 🙂
Suerte para tí Salvador
Esperanza, bien contada tu hisroria. Suerte y sludos
Muchas gracias Calamanda.
Suerte para tí también.
SAludos
Uf, parece una carta de despedida.
Qué inquietante, Esperanza.
Besos y suertísima
Pues sí, al principio no lo era. O eso creo. Y al final acabó saliendo algo parecido a un adiós.
Gracias Towanda.
Besos