08. Obsolescencia (JAL)
“Hoy estás estupenda”, me susurra el espejo inteligente del coche camino del trabajo. Miguel hace tiempo que no me dice un triste piropo. Está prohibido empatizar con tu reproductor. Ya en la oficina el asistente virtual me refresca la agenda del día e insiste en que no olvide la sesión de estimulación del 5G, a las 17.45; el Vigía ha detectado cierto nivel de estrés y mi productividad ha descendido unas décimas, si sigo así me borrarán del sistema y harán conmigo picadillo para xenobots. Conecto el Wireless del microchip y cierro los ojos. Mientras me rehabilitan se suceden imágenes de mis primeros escarceos con Miguel, de cuando el sexo estaba siempre permitido y no cumplía funciones reproductoras. Lo odio, aunque tengo que reconocer que funciona. Reconfortada y satisfecha regreso a casa, pero ya nadie me espera. Miguel ha desparecido. En la nevera se ilumina un holograma en el que leo horrorizada: “Compra huevos, leche y cuarto y mitad de amor, el vuestro ha caducado”.
La tecnología nos ha cambiado la vida. Todo apunta a que cada vez dependeremos más de ella. Por precisa que sea y bien diseñada que esté, si ha salido de manos humanas habrá heredado algunas de nuestras características, como la de producir satisfacción en ocasiones, y lo contrario. La verdad es que, bien mirado, ojalá fuese todo tan fácil, como adquirir aquello que hemos perdido o se ha desgastado.
Tu relato podría tener la lectura de que no tenemos remedio. Somos seres insatisfechos, por muchos artilugios que se diseñen para facilitarnos la vida, quizá porque no podemos olvidar que ésta es efímera. Hagamos lo que hagamos todo se vuelve obsoleto, incluidos nosotros.
Un relato futurista, que hace pensar.
Un abrazo y suerte, Javier
Muchas gracias Ángel por pasar por aquí y comentar,
Sí, pero lo malo es si van más allá y anulan nuestras emociones a su voluntad y son ellos quien nos ponen fecha de caducidad a nosotros, como hacen en el relatillo. Menudo futuro nos espera…
¡Saludos!
Javier,
Muy buen relato distópico, me ha gustado, desde luego que da tanto miedo quedarse obsoleto como progresar perdiendo las cualidades que nos hacen humanos.Tremendo!
Abrazos
Muchas gracias Aurora por comentar. Sí, eso engendros son muy peligrosos. En teoría son controlables, pero… Aunque bien mirado todos acabamos llevando alguna prótesis y algo biónicos somos. Y ahora con la vacuna hasta microchip tenemos. 😉
¡Saludos!
Felicidades tocayo por este relato tan fantástico.
Enhorabuena y mucha suerte.
Un fuerte abrazo
Muchas gracias tocayo por leer y comentar
¡Saludos!
Buf, se va quedando mal cuerpo conforme vas leyendo.
Si ese es el futuro, párenlo que me bajo!
Saludos, Javier.
Carme.
Buf, qué mal rollo! Un relato distópico muy logrado, (que espero no llegue nunca a darse, la verdad…)
Suerte!
Besossss