OCT104. MICROCOSMOS, de Fernando Sopeña Lopez
Llegue a la ciudad en un triste coche cama. Me recibió una noche oscura. Me instale en la parte alta, frente al mar, en un barrio de empinados callejones entre huertas y con alguna iglesita aquí y allá. En los primeros días conocí a Marta y paseando por aquellas callejuelas la ame sin desvaríos. Cuando enloquecí con Susana mi corazón de escritor excesivo regreso abrumador. Mónica fue para mí como un mar dulce, sin días de viento sur, sin naufragios. Cuando la creación se convirtió en tormento y busque de nuevo aquel tren, la noche fue aun más negra que a mi llegada, pero en mi cabeza resplandecían aquellas tres hermanas.
Habrá que ver que dicen las hermanas yo lo mato, felicidades suerte.
Cada singladura lleva a puertos distintos, pero todos sirven para cobijarse.
Cada etapa de la creación necesita un aliciente.
En resumen, todas las obras llevan el poso de muchas vivencias.Y siguen dentro, aunque parezca que todo está oscuro o vacío.
Eso es lo que veo y me gustó tu mirada.
Saludos.
Fernando, un poco pillín tu prota. La verdad, no me imagino compartiendo un hombre con mis dos hermanas… Fijo que nos tiramos de los pelos 😉
Original, suerte.
Jo, no tenía que haber leído lo de arriba. Un marcapasos, dice Ana… No, hija, no, yo creo que la promiscuidad no necesita eso, mejor condones. Y las hermanitas un poco ligeras también de cascos, o es que había pocas atracciones en ese pueblu…
Fernando, el cuento bien escrito, pero provocativo.
Un abrazo.