OCT127. ABADÓN, de Emilio Magdalena García
La sonrisa del peque iluminaba su cara mientras jugaba en la calle. Corría con una ramita de árbol en la mano, moviéndola arriba y abajo por una pared. Como dibujando sueños. Y cada poco se paraba y brincaba de alegría alborotando sus rizos rubios. Es un ángel, pensaba todo aquel que lo veía.
Las lagartijas discrepaban.
jeje, muy bueno. No todos tienen el mismo punto de vista ante una misma situación.
El ángel exterminador de … lagartijas jejeje. Qué título más grande para tan pequeño querubín, saludos.
De donde se deduce, Emilio, que la muerte depende del punto de vista, o si no preguntemos a las lagartijas. Muy interesante.
JM
juanmanuelsanchezmoreno.blogspot.com
Que bonita historia con un principio que te alegra y te da placidez, y con un final muy lógico desde el punto de vista de ellas. Buen giro de la historia. Por todo lo que creas con la brevedad., felicidades y suerte. Abrazo.
Me ha gustado mucho por el título y por la forma en cómo se refleja que todo es relativo, dependiendo del punto de vista de quien lo cuente. Saludos y suerte.
Muy ocurrente, me ha gustado mucho, sobretodo la primera parte cuando describes tan bien la acción del niño angelical para unos ojos y tan demoniaca para otros…
Saludos
Si es que un niño y un palo es una bomba.
Ingenioso y ágil el relato. Me gusta Emilio.
abrazos y suerte.
http://montesinadas.blogspot.com.es/
¡un palo! ¡un paloooo!! ¡un palooooooooooo!!!!
Este relato encierra toda una filosofía!! Es muy muy muy muy muy muy muy requetebuenííííííísisisisisisisimooooooo!!!!
Me encanta, me encanta. Se me había pasado. Ay, que bueno!!
Lo que pasa que las manitas de las lagartijas no pueden agarrar palooooooooooooooooooooooooooooos, sino ya veríais al querubín. Muy tierno y bonito (no para las lagartijas, videntemente).