OCT131. LA ÚLTIMA NOVELA, de Juana Mª Igarreta Egúzquiza
Mario abrió el sobre que acababa de retirar de la oficina de correos. Eran varios folios escritos a mano. Comenzó a hojearlos y no podía dar crédito a lo que leía, ¡era su propia vida contada con todo lujo de detalle! Ni siquiera habían tenido el tacto de cambiar de nombre al protagonista: “Mario Iturri”.
Perplejo y lívido, presintió que el autor de aquellas letras era Juan Estébanez, el escritor. Así lo ratificaba la siguiente nota: “Hace un tiempo, cuando todavía no habías traicionado mi amistad, te dije que tu azarosa vida daba para una novela. Ya la tienes”.
Mario pensó que debería intentar hablar con Juan Estébanez; si el texto se publicase podría complicarle seriamente la existencia; si Olga, su mujer, conociese su turbio pasado…
Recordó, en un vertiginoso repaso de imágenes, los años que Juan lo acogió en su casa. Las largas apneas que este sufría durante el sueño, y aquella copia de llaves que nunca llegó a devolverle…
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Cuando Matilde, la asistenta, encontró una mañana el cuerpo inerte de Juan sobre su cama, junto al cenicero a rebosar de colillas y una botella vacía de whisky, tras lanzar un grito desgarrador, dijo sollozando: —Se veía venir.
Buen relato, al que, no era necesario añadir lo de la asistenta, que no está mal tampoco, pero que acabado en «devolverle», tendría todos los ingredientes para que el lector (que no es tonto) imagine lo que puede suceder, pase o no.
De todas formas felicidades por la idea y su desarrollo y abrazo.
Bueno, si lo acabo en «devolverle», la cita con la muerte queda demasiado en el aire, en mi opinión. La muerte ya está confirmada, pero de ninguna manera está claro que Mario haya sido el causante. Resulta muy sospechoso, desde luego; pero una cosa es lo que piense, otra lo que haga y otra lo que pueda ocurrir al margen de sus deseos. Juan tenía boletos cogidos en más de una tómbola… y le tocó. Mil gracias, Antonia, por tu lectura y observación que agradezco mucho. Otro abrazo.
Juana Mª, parece que Juan tentó demasiado la suerte. Buen ritmo y dialogos amenos. Suerte y saludos. Calamanda
Muchas gracias, Calamanda, por leer y comentar. Ya te he deseado suerte con el tuyo, que es de los de romperse el coco. Saludos
Me temo que a la novela de Juan le faltó el final. Interesante intriga bien contada.
Suerte Juana.
Sí, el final le falta de todos modos… Aunque Mario no vaya a casa de Juan. Gracias, Rafa, por tus palabras. Saludos
Estaba escrito, Juana. Muy bien ese relato sobre la premonición.
JM
Gracias, Juan Manuel, por leerme y comentar. Saludos
Juana, es un buen relato que me gusta y me deja un poco pensativo pues realmente no se dice nada del turbio pasado. Eso debo ponerlo como lector, vale, pero no llego a entender lo de las apneas, y sí el detalle de las llaves. Suerte a fin de mes.
Bueno, se da a entender algo sobre su pasado en la frase de Juan a Mario: “Hace un tiempo, cuando todavía no habías traicionado mi amistad, te dije que tu azarosa vida daba para una novela». Fue una amistad muy estrecha entre ambos. Pasaron años juntos en la casa de Juan, por eso Mario conocía hasta las apneas de Juan. Hasta que llega un día en que Mario traiciona la amistad de Juan. El que Mario recuerde lo de las apneas al mismo tiempo que lo de las llaves, le hace resultar sospechoso; pero con la vida tan poco saludable que lleva Juan ahora y el riesgo que conllevan las apneas… O sea que los enemigos son tres: la mala vida, las apneas y Mario. Muchas gracias, Ximens por leerme y por tus palabras. Un saludo
Agradezco de manera especial tus comentarios, Ana, porque he leído que has estado fastidiadilla. Me alegro de que vayas mejorando y te mando dos besos en correspondencia a los tuyos.
Nadie está libre en las relaciones, se saben como empiezan ,nunca como terminan. Me gustó , suerte con él a fin de mes. Héctor
Gracias, Héctor, por leerme y comentar. Y suerte para ti con tu relato, que como te dije es de los que llegan al fondo.