OCT152. EL CAMINO, de María Jesús Martínez Martínez
Papá solía morirse dos veces al día…
Las dos veces que lo conectaban en el hospital a esa maldita máquina. Y las dos veces resucitaba, como siempre, optimista, esperanzado y con ganas de seguir.
Cuando se cruzaban nuestras miradas, se alegraba como si se tratase de un reencuentro después de largos años sin vernos y, en realidad, tan sólo nos separaban la hora y cuarto que duraba cada sesión.
Yo no lo podía soportar, cada muerte era un adiós, una despedida, un «ahora sí que se acabó…», pero, él siempre volvía, y me animaba diciéndome: «para no quedarte en el camino tienes que desear volver…».
Empiezas surrealista y acabas con esperanza dentro de lo malo.
Mucha sensibilidad en esta historia de miradas y afectos.
Suerte.
Abrazo.
María Jesús, bonitos giros y buena moraleja final. Bien escrito. Suerte y saludos Calamanda
Buena manera de enfrentarse a la muerte, con esperanza. Es quizás la única manera de vencerla.