OCT75. JAZMINES Y LIMÓN, de Carolina Galiani
Olía a jazmines. A caramelos de limón. Pero sobre todo olía a lluvia, a tierra mojada después de una tormenta. Se sentó en el umbral de su casa, sobre el mármol frío. Dentro, el silencio de la mañana jugaba al escondite. Todavía era temprano. Olía a café tostado. Dormían aún. Por la acera de enfrente se acercó una vendedora de suerte. Se miraron a los ojos como si se conocieran. Como si se esperaran. Le tendió un dado frío como el mármol. Lanzó. No hubo suerte. La vendedora la abrazó despacio, olía manzanas. Dentro, comenzaba el murmullo de la mañana.
Salió de su tumba para ver a quién se llevaba por azar?? ufff menos mal que no pasé por allí en ese momento.
Abrazos y suerte
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No sé si era tema de la vendedora o de la mala suerte, a veces te abandonan los tréboles de cuatro hojas y anda rondando por ahí la parca y te pesca en cualquier lado, aún sentada en un umbral, esperando amanecer….