OCT89. MURIÓ EL SUEÑO, de Silvia Ginesta
El sueño durmió varias horas. Soñó que vivía mil vidas sin morir en ninguna. Cada peripecia onírica era guardada en su recuerdo, algún día despertaría y podría contar el periplo de sus utopías. Llegó el momento en que despertó y en su vida de sueño se encontró con un personaje temible. Nunca lo había visto, pero sabía quién era. Caminaba hacia él, vestía manto y capucha negra y en la mano una guadaña. –Tú- dijo- ven conmigo, se acabó tu tiempo. – Estás equivocado, los sueños nunca mueren- respondió. Se sintió elevado mientras una carcajada lo acompañaba en la caída. Todavía adormecido, el joven se levantó. Aún era de noche. Fue por un vaso con agua y al regresar se vio en la cama, como si estuviera durmiendo.
brrrrrr escalofríooo. Sabes esa es uno de ls muchos sueños extendidos, verse en la cama o ascender y verse durmiendo. Qué repelús.
Suerte y abrazos Silvia.
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No sé, me falta personificar más esas tinieblas que cuentas, aunque igual está bien así, fantasmagórico y con ese vaso de agua al final.
Un abrazo.