53. Ojos bien cerrados (Patricia Mejías Jimenez)
Entre las páginas del periódico, encontró una nota: «Te espero a las cinco en el lugar de siempre, Palomito. Tu amada, Florcita». Y mientras pensaba que a él nunca le había dicho ni siquiera «gordito bello», una mano se posó en su hombro.
—Jefe, es hora de que le dé un caldo a esa zorra.
Aquel le ciño la pistola al cinto, otro le colocó el sombrero, y escoltado por las puyas del personal de su carnicería, fue conducido al café del pueblo. En el fondo de la estancia, distinguió el rostro de su esposa. A él no necesitaba verle la cara. Eladio, el pinche.
Extenuado por el peso de las miradas de un público expectante, logró cruzar el salón y llegar al borde de la mesa de la pareja.
—Perdón. No puede evitarlo esta vez. Mi honor… Y disparó el arma contra ellos.
«¿A dónde huir? ¡Pero no! ¿Sus ancianos padres, la familia de Florcita, la nena, sus empleados… ¡El negocio! ?»
El cielo se oscureció bajo sus párpados. Oyó pasos justo detrás de él. Con los ojos aún cerrados, arrojó el periódico con la nota dentro al cesto de basura.
Hoy Florcita había prometido prepararle flan para la cena.
Qué bueno que el coraje no obnubiló su razonamiento. Como dice una canción: “lo que molesta no son los cuernos, sino el cuchicheo” (sic). Buena apuesta para el mes, suerte.
Saludos.
Una apuesta muy original que le da un enfoque muy fresco a la consigna del mes. Mucha suerte 🙂
Original tu propuesta, Patricia. Lo que el pobre hombre encuentra entre las páginas. Pero al final evita todo ese desenlace al tirar ese periódico al cesto de la basura. ¡demasiados inconvenientes le iba a traer la venganza!
Mucha suerte.
Besitos
Me gustan esos diálogos que nos hacen vivir los pasos del atormentado marido. Y el flan…
Abrazos.