66. OJOS PARDOS
No esperaba a nadie a esas horas en el despacho. Me había quedado ordenando las pistas del último caso: una anciana sospechaba que su cuidadora la estaba envenenando. Justo cuando estaba empezando a pensar que aquella anciana se auto medicaba demasiado llamaron a la puerta. Una silueta alta y de curvas pronunciadas se dibujaba en el cristal translúcido de la puerta. Al abrir una mujer rubia con el pelo recogido, un traje ceñido y unos zapatos de tacón que le hacían sacarme casi una cabeza me miro con sus ojos pardos de otro mundo.
-Siéntese por favor. ¿A qué debo su visita?
-Me envía Rosalind, la anciana que le contrató porque cree que le estoy envenenando. Está impedida en la cama gracias a la última dosis. No llegará a tomar las uvas. Antes de que llame a la policía le traigo esta carta firmada por ella en la que confiesa su adicción a los somníferos.
Yo asentí abobado sumido en su perfume.
Hoy, un año después, tomo las uvas con aquella mujer. La anciana no pasó del año pasado. No sé si sobreviviré a la octava campanada pero sería tan bello morir reflejado en estos ojos pardos.
Pues nada si es por amor a morir sin esperar la última campanada. Espero que al menos se arreglara todo para heredar jeje.Abrazos y suerte
Manuel seguro que mi rubia de traje ceñido tenía todos los papeles en regla, porque sino que mala malísima más poco previsora. Un abrazo.
En cuanto sale a relucir el amor por una mujer, perdemos la cabeza.
Felicidades por el relato.
Ton.
Gracias Ton y cuidado con las chicas malas en este próximo año.
Eider, esta historia negra, de salida, se cambia por rosa. Buena idea. Suerte y felices fiestas
Gracias Calamanda. Menos mal que en la vida hay más de 100 palabras y escalas de grises y rosados de camino entre el negro y el rosa. ¡Que empieces bien el año!
Un año de amor y placer que no llegará a la última campanada.
¡Que manera de terminar el año!
Un abrazo y suerte.
Sí demasiada intriga y tensión para un fin de año. Yo intentaré pensar sólo en no atragantarme con las uvas. Un abrazo y que tengas unas uvas tranquilas pero placenteras.
Yo, lo que me pregunto, es si el peligro estaba en sus ojos pardos o en su perfume…Bien hilado. Suerte y felices uvas.
El dulce peligro está en el deseo del detective de dejarse arrastrar por un perfume, una mirada, un traje ceñido…unos ojos pardos. Besos y suerte después de las campanadas.
Unos ojos que envenenan… Original relato.
un abrazo navideño Eider
Gracias por el comentario Maria Belén me alegro de que te hayas fijado en estos ojos. Un abrazo
Ana lo malo es que tanto el detective como yo no sabemos si pasaremos de la octava uva.¡Besos y buenas uvas!
Ja Ja ja, una muerte elegida que compensa por permitir que el veneno de esos ojos pardos traspasen el alma. No pudo ser de otra manera. Imposible no amarla.
Felices Fiestas.
Besos
Imposible no desearte un 2015 con miles de historias por contar y descubrir. Gracias por tus palabras Isabel.
Qué situación tan condenadamente retorcida y qué bien que nos lleva a esa locura del amor y la perdición XD. Me ha gustado mucho la puesta en escena y el ambiente peliculero que le has dado. Digo yo que no sé si llegará a la octava pero el relato está para dar la campanada. Mucha suerte:)
Nos has metido literalmente en la escena, yo por lo menos, me estaba imaginando a Marlowe perdiendo el sentido por Lauren Bacall. Es increíble toda la historia que nos has contado en tan pocas palabras.
Suerte y Feliz 2015