62. Okupados
La situación se volvió insostenible. No nos dejó otra opción. Y siguiendo el ejemplo de cómo papá resolvió sus problemas con mamá, nos deshicimos del okupa. Desde entonces, se acabaron las fiestas a horas intempestivas con la música a todo volumen. Ya no volvería a convertir nuestro hogar en un fumadero de marihuana. Ni tampoco acumularía más montañas de basura en casa. Desaparecerían los malos olores y los bichos. Por fin podríamos dormir tranquilos, sin ese temor a que sucediese una terrible tragedia por existir un altísimo riesgo de incendio. Y sin tener que volver a soportar aquellos altercados que nos sobresaltaban cada noche porque se emborrachaba con sus amigotes. Mereció la pena el riesgo que corrimos. Se acabó.
Ahora la convivencia es muy tranquila. Nada perturba la paz de la comunidad. Seguiremos viviendo en armonía siempre que todos mantengamos la boca cerrada y cesen de una vez los malditos golpes que proceden del sótano.
¡Hola Pilar! Pobre okupa, no era la mejor compañía del mundo pero tampoco se merecía ese final.
Un micro muy divertido con un toque macabro que me encanta.
Un abrazo y suerte.
Okupas como este siempre acaban mal. Me alegro que te guste, Rosalía. Muchas gracias. Besos.
¡Madre mía! ¿Es que esta gente tiene el sótano lleno? El okupa, la madre… no sé qué es peor, que se los hubieran cargado (que era lo que yo me temía, viendo por dónde iba discurriendo la historia) o que los hayan encerrado a perpetuidad en ese sótano que, sin explicaciones adicionales, resulta bastante siniestro.
Mucha suerte con ese fenomenal micro, que ya sabes que a mí me gustan así, negros negritos.
Un besote.
No sé por qué los sótanos tienen tan mala fama… La verdad es que siempre disparan nuestra imaginación. Agradezco mucho tu comentario, Ana María. Besos.
El okupa llegará un momento en el que ya no emita sonido alguno. Dicen que a grandes males, grandes remedios, y que el fin justifica los medios, aunque todo tiene un límite; pero en ese caso, tu relato habría sorprendido menos, ese final no hubiese llegado, o habría sido menos sorprendente y fulminante.
Un abrazo y suerte, Pilar
Un abrazo y suerte, Pilar
Hay algunos que piden a gritos un final poco conciliador. Y en este caso no lo ha puesto fácil. Muchísimas gracias, Ángel, por tus palabras tan certeras como siempre. Besos.