74. Oleaje (Mar González)
Van cada uno por su lado. Sus miradas se cruzan en una fiesta. Entre risas contarán, tiempo después, que fue un flechazo, una atracción como la de la luna que mueve las mareas.
Vienen al pueblo los fines de semana. Salen a navegar y no se pierden un botellón con hoguera en la playa, ni una fiesta en cualquiera de los chiringuitos de moda.
Van dejando caer que son más que amigos. Una vecina me cuenta, escudriñando mi reacción, que los ha visto de la mano por el paseo.
Vienen juntos los domingos a comer. No me queda otra que aprender nuevos menús. ¡A quién se le ocurre ser vegetariano en un pueblo pesquero!
Van a casarse la próxima primavera y, a pesar de las reticencias de su padre, tiramos la casa por la ventana.
Vienen las vecinas cotillas. Van los chiquillos con el cuento. Vienen los amigos con aires de libertad. Van al viento los prejuicios de otros tiempos. Vienen buenas noticias. Van, llevándole en brazos, nieto y abuelo a conocer el mar.
Una historia de amor en un pueblo pesquero, una atracción que se afianza hasta superar la simple amistad. Como no puede ser menos en un lugar pequeño donde todos se conocen, el pueblo entero se hace eco de la relación, de alguna forma participa en la misma y hasta la bendice. Bajo la tranquilidad de una población reducida late un oleaje de ilusiones, movimientos e inquietudes, en suma, la vida.
Un abrazo y suerte, Mar
En los pueblos cuesta aceptar ciertas relaciones, pero a pesar de todo, las mentes se van abriendo. Una historia con mucha vida alrededor. Suerte.
Besicos muchos.
Lo que me ha resultado precioso de tu micro, sobre todo, es cómo has logrado reproducir el ritmo de la olas y la cadencia del oleaje.
Suerte y saludos.
Hola Mar.
Vaivén cadencioso del que te sirves para dejarnos una historia de amor preciosa y bien narrada.
Enhorabuena y mucha suerte,
Ton.
El oleaje se siente en ese ir y venir tan presente en el relato. Y en el ir y venir se pasa la vida.
A mime ha dejado sensación de sosiego, como observar el mar y sus olas.
Un saludo.
Qué bien me cae la madre de esta historia… cómo nos descubre, de ola en ola, todos los pasos de la pareja.
¡Precioso!, Mar.
Un abrazo.
Mar, un bellísimo relato de acompasadas mareas que van y vienen.
Abrazos mil.