71. ¿Olvidados?
–Aguantaré unos años malviviendo aquí, luego me iré de este mundo y, ¿qué quedará de mí? Nada.
–Alguien habrá en tu tierra que te recuerde.
–No formé un hogar, cada pocos meses cambiaba de ciudad.
–Mi familia pensará en mí. Aún vienen mis hijos a verme de vez en cuando. ¿Tú no tuviste críos?
–Visto así… es cierto que quizá me recuerde alguien. Estuve con diferentes mujeres y sí, hubo hijos.
–Sé que en el fondo me agradecen lo que hice por ellos. Con lo que robé pueden tirar adelante, aunque yo ahora esté en la cárcel. Pero tú no recibes visitas.
–Es que nunca he conocido a ninguno. La verdad, dudo que esos hijos sepan de mí. Sus madres no les hablarán de su padre biológico. Mi paso por sus vidas es algo que les debe generar asco y rabia. Fueron unas cuantas, sí. Y en aquella época, tras soltarme por buen comportamiento en la primera condena, tuve mucho éxito en los centros comerciales con adolescentes. Hasta que me trincaron otra vez y de vuelta al trullo.
–Creía que estabas preso por atracar un banco. –El padre de familia se alejó escupiendo a sus pies–. Ahí te pudras, canalla.
Incómodo tema que tú has tratado con acierto. Hay delitos tan abominables que quienes los cometen no pueden encontrar comprensión ni entre otros criminales. Muy adecuado también el título. Ojalá sus víctimas pudieran al menos olvidarlos. Mucha suerte con la propuesta, Mari Carme, y un abrazo.
Entre tantos relatos con personas que no morirán del todo porque merecen ser recordadas, pensé en buscar el caso contrario: gente que merece ser olvidada y morir para siempre, pero quizá sea difícil para quienes se tropezaron con ellos. Por desgracia, haberlos haylos. Como dices, esperemos que las víctimas sigan adelante con las menos secuelas posibles, y los recuerden tirando a cero.
Muchas gracias por pasarte a comentar, Enrique.
Un beso,
Carme.
Carme, un relato de los que no se olvidan fácilmente y creo que eso es muy bueno.
Lo has llevado genial con un giro sorprendente, un final que nos hace pensar y reflexionar, es tremendo… Me ha parecido muy interesante que busques ese lado opuesto, esas «personas» que merecen ser olvidadas. Es atrevido e ingenioso, de verdad. Me ha gustado mucho.
Abrazo
Muchas gracias, Aurora. Celebreo que te guste.
La idea es que hasta que salen las palabras robar y cárcel, cada lector puede imaginar una situación (hablan en un parque, en una residencia de ancianos…), luego cambia el guión y el tipo despreciable se vanagloria de unos crímenes abominables. Merece ser olvidado (de hecho merece muchas más cosas y ninguna buena).
Un abrazo de vuelta.
Carme.