119. Onegai Shimasu, quitarse la máscara
En Saitama, no lejos de Tokio, se considera de muy mala educación acceder a las estancias de la casa a la que uno ha sido invitado sin desprenderse antes del rostro y dejarlo cuidadosamente en el vestíbulo, respetuosamente colocado junto a las caras de quienes ya se encuentren en el interior. De ese modo, una vez dentro, puede procederse a llevar a cabo el propósito que haya traído al visitante hasta allí, conversar, interesarse por ciertos asuntos, comunicar acontecimientos o demandar cualquier información o solicitud de ayuda, sin que quepa preocuparse por los eventuales efectos inesperados que en el gesto de los anfitriones pudieran producirse en cualquier momento de la visita. Si acaso, conviene estar vigilantes y escudriñar el tamborileo de los dedos o los cruces impacientes de piernas, pero la ausencia de caras rara vez convierte estos gestos en descarados.
Mientras tanto, en el vestíbulo, los rostros, que se han quedado con las cosas que se suelen llevar escritas en la cara, suelen vivir romances no correspondidos, mostrar odios inveterados o lanzarse miradas furtivas llenas de desprecio, pero tales gestos acaban igualmente sofocados ante la homogénea esperanza de unirse de nuevo al cuerpo para salir a fumar un cigarrillo.
Ignacio, original visión. Al final los placeres dominan por igual a cuerpos que a rostros. bien contado y lleno de imagenes
Mascaras de quita y pon. Muchos las llevan a conveniencia según quien tengan enfrente suyo, cara a cara.
Muy original y visual, esos rostros allí colgados, expresando lo que realmente son.
Suerte
Besitos
Realmente ingenioso y fuera de lo común tu relato Ignacio.
Ingenioso, exótico, sugerente, distinto… Y un acierto haber elegido un título y una localización oriental. Muy conseguido.
De un surrealismo demoledor, como quien no quiere la cosa. Me encanta. La primera frase ya lo dice todo.
Mucha suerte.
Saludos
Aparte de lo original del enfoque y lo surrealista de la escena, que ya son grandes méritos, a mi me gusta el tono de la narración, como de documental de viajes, que le da un aire de autenticidad.
El título también me parece muy acertado, por estar en japonés (sigo con la idea del documental de viajes), y porque significa algo así como «encantado de conocerle».
Para mí, uno de los mejores de este mes.
Suerte y saludos,