31. ORFANDAD (Mariángeles Abelli Bonardi)
“El guardián me hizo permanecer de pie en un descampado que se encontraba junto a la puerta. El sol de las tres de la tarde proyectaba con nitidez mi sombra sobre el suelo.”
El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas, de Haruki Murakami, p.93
Cuando emergió del lago, el recuerdo del cuchillo del guardián, desgajándola de su cuerpo, empezó a dolerle menos.
Se aproximó a esa ciudad, que nunca había visto, y caminó pegada a los muros. Acaso recalaran allí todas ellas, las desgajadas, para darse consuelo. Para darse cuenta de que su orfandad no era el fin, sino el principio de su propio mundo. Un mundo sin murallas, ni atalayas, ni guardianes que temer… Un mundo a su medida. ¿Pero cuál era la medida de una sombra? Quizás la respuesta la tuviera ese hombre, el del paraguas, que caminaba indeciso, como buscando algo…
Con apenas un vistazo, ella supo qué. Se acercó despacio, le besó la nuca y, delicadamente, fundió sus pasos con los de él.
Una fantasía delicada que me lleva a pensar en que así nacen los ángeles de la Guarda. Besos y suerte, Mariángeles.
¡Muchas gracias, ANA! Me gusta tu interpretación.
Otro beso y suerte para vos,
Mariángeles
Creo que a todos nos gustaría que existiera alguien o algo invisible, aunque cercano, que velase por nosotros. Igual que a Ana, se me ha venido a la cabeza la idea de un ángel de la Guarda. El espíritu de la sombra que has dibujado acaba de elegir su propio mundo, que se basará en la simbiosis con otro individuo, muy distinto de aquel que le arrebató su anterior existencia. Él y ella, mutuamente acompañados, sentirán menos orfandad.
Un hermoso y original relato, Mariángeles, con homenaje a Murakami incluido.
Un abrazo grande y suerte
Veo, ÁNGEL, que coincidís con Ana en que a todos, en menor o mayor medida, nos gusta saber que alguien nos cuida, sea un ángel o una sombra . Y también me gusta tu interpretación.
Por cierto, no es gratuito el homenaje a Murakami. Siempre me pregunté adónde iría a parar la sombra del protagonista (sombra a la que el guardián de la historia separa de su cuerpo) una vez que se interna en el lago y mi manera de averiguarlo y/o inferirlo fue justamente hacerla emerger de allí. La foto que nos propusieron en esta ocasión enseguida me remitió a esa escena, y el resto, como se suele decir, ya es historia (más bien microrrelato, en este caso ;))
Me encanta que te haya parecido original y hermoso.
Otro abrazo grande y suerte para vos,
Mariángeles
Una huérfana que se convierte en ángel para dejar de serlo. Suena bonito.
¡Qué gusto que suena bonito, EDITA!
Un beso,
MAB
Una preciosidad de relato, Mariángeles, desde la cita de Murakami hasta la conversión de la niña en un ángel protector.
Suerte y un beso.
¡Qué gusto, CARMEN! Me encanta que te haya gustado.
Otro beso y suerte para vos,
Mariángeles
Un ser que busca su sombra y una sombra que encuentra su razón de ser, y así pueden ambos, el hombre del paraguas y la sombra, abandonar su horfandad. Muy bello. Enhorabuena y mucha suerte.
¡Mejor expresado, imposible, MARÍA JOSÉ! Tu interpretación es la que más se acerca a lo que he querido contar.
Qué gusto que te parezca bello 🙂
Mucha suerte para vos y un beso,
Mariángeles
¡Qué bonita historia! Igual así nacen las sombras y no lo sabemos. A partir de ahora miraré con más respeto la mía, reconozco que no le presto mucha atención.
Me encantó tu relato Mariángeles, ojalá quede agraciado, merece tener perpetuidad.
Saludos admirados.
¡Muchas gracias, YASHIRA! Me alegra que el relato lleve a la reflexión, a cada quien desde donde más lo toca.
Muchísimas gracias por tus buenos deseos.
Yo, por mi parte, te deseo suerte y te mando un beso,
Mariángeles
Mariángeles, tierna complicidad contada con acierto. Suerte y saludos
Muchas gracias, CALAMANDA. Me alegra que se note esa complicidad… 🙂
Un beso y mucha suerte,
Mariángeles
Un relato de factura excepcional y con final abierto. Después de leer los comentarios pienso que debo tener una mente muy retorcida, pues a mi no me parece un ángel de la guarda, o al menos no el ángel protector de ese hombre del paraguas que, para mí, anda buscando otra niña a la que desgajar de su sombra. ¿Debo preocuparme? No lo sé. ¿Debo felicitarte? Sin duda 😉
Suerte y abrazos
Hola, ANNA. A mí no me preocupa para nada esa «mente retorcida» a la que haces referencia porque abre una nueva interpretación que no se había dado: ese hombre del paraguas bien puede ser el guardián «desgajasombras», como bien señalas…
Mil gracias por la lectura y las felicitaciones.
Vayan suerte y abrazos para vos,
MAB
La sombra habita con el ser, se impregna y vive de sus emociones. Sola, es una «x» desamparada buscando su eje de ordenadas para abandonar la soledad. Me ha encantado, Mariángeles. Abrazos y suerte.
Y a mí me ha encantado tu reflexión, SALVADOR… ¡Tan completa y tan profunda!
Beso y suerte para vos,
Mariángeles
Precioso, Mariángeles. A mi lo que más me gusta de tu relato, aparte de la ambientación tan original con la cita de Murakami, es que después de la escena dantesca que nos presentas al recordar el cuchillo del guardián desgajando a la niña de su cuerpo, nos hablas de una segunda vida, una segunda oportunidad, quizás como espíritu, que tan bien describes con ese beso en la nuca y ese fundirse con los pasos del hombre del paraguas. Me ha gustado mucho, felicidades. Suerte y un beso.
¡Muchas gracias, JUANA! El libro de Murakami me impactó, y por fortuna pude asociar el fragmento que cito con la imagen propuesta en esta ocasión.
Yo estaba pensando más por el lado de lo que plantea María José en su comentario (una sombra desgajada de su cuerpo y un cuerpo en busca de una sombra), no obstante, me gusta tu interpretación, sobre todo en lo que respecta a la segunda oportunidad.
Un beso y mucha suerte para vos,
Mariángeles
Precioso relato que bien podía haber escrito Murakami. Enhorabuena y mucha suerte.
Mónica
¡Muchas gracias, MÓNICA! El libro de Murakami que dio origen a la cita no tiene desperdicio, y desde ya lo recomiendo.
En verdad agradezco tus palabras.
Mucha suerte para vos también,
Mariángeles