21. ORO NEGRO (Mª Belén Mateos Galán)
Me costaba caminar por ese plomizo asfalto. Pasé largo tiempo de aquel caluroso verano ayudando a cimentar los 15 kilómetros que separaban nuestra villa de la más cercana. Por unanimidad se votó la prolongación de la carretera; el pueblo quería ser bendecido por un tráfico de vehículos que dejaran a su paso algún beneficio para sus negocios.
Un Pavimento pegajoso, oscuro, tintado de líneas blancas, vestido con señales, adornado con protecciones metálicas. Una sustancia adherente, viscosa… oro negro lo llamaron. Todo un lujo para los neumáticos que rodaran por ellos.
Nunca creí que llegara a odiar esa creación de mis manos, nunca pensé que un simple día de lluvia pudiera provocarme tal sufrimiento. Dicen que encontraron su bicicleta en la cuneta, que patinó en el firme y su cabeza fue a parar a la protección lateral fragmentando su casco en mil pedazos, que el material con que nos abastecieron era defectuoso, que los tramos recreativos quedaron sin construir y que se abriría un expediente al respecto.
Han pasado cinco años y a mi hoy… aún me cuesta caminar por ese maldito asfalto.
Hola, María Belen. Mira, te inauguro los comentarios. Buen título para tu relato en el que destaco la descripción que haces de la carretera (como la «vistes»). Además coincidimos en la temática, en esos accidentes de bici que suelen ser funestos. Saludos y abrazos. Ciao.
Gracias José Ignacio. Es triste saber cuantas personas mueren en las carreteras por estar mal señalizadas o construidas. Y esos ciclista que se aventuran a pedalear por ellas y no son respetados o vistos por conductores, es realmente funesto como tú bien dices.
Un saludo y un abrazo.
Un relato con un título para enmarcar. Me ha llegado la idea de la pérdida del locus amoenus por el locus dinerus con sus funestas consecuencias. Muy variado está siendo este mes desde la tristeza más profunda hasta las carcajadas más delirantes. Mucha suerte, envidia de las musas.
Buenas Lorenzo. Ese loco amor por el dinero es una pena siempre. En este caso el no suministrar de buenos materiales para la construcción de esa carretera tiene consecuencias dramáticas. A saber que intermediario se quedó con el dinero…En fin una pena.
Es cierto que lo que vamos leyendo de unos de otros además de muy bueno es de o más variado. Pasamos de la risa al llanto de unos textos a otros, estamos «locus…Locus» y eso es muy grato y divertido.
Un beso de los grandes. Gracias.
Un relato con una fuerza enorme, en el que la carretera es otro personaje más, cuya importancia se percibe desde el título, oro negro, sí, pero que termina en los bolsillos de algún desaprensivo, una expectativa que sólo es una fachada que se viene abajo con el primer contratiempo, una simple lluvia que hace patinar las tubulares de un inocente.
Original y sumamente intenso.
Un abrazo de los grandes, María Belén. Suerte
Gracias Ángel. He querido dar más protagonismo a la carretera, ya que por ella circulan, por desgracia, con poca seguridad las bicicletas. Son escasas las que tienen esas vías recreativas para que puedan rodar con libertad y disfrutar de sus paseos o salidas deportistas. Una simple lluvia les puede hacer patinar o un descuido de algún conductor. En esta estación que entramos comienzan a oírse estos accidentes. Ojala este año todos podamos pedalear por ellas con felicidad y gozar del verano.
Un beso y un abrazo sentido.
Cuando el oro es el protagonista, mal asunto. Aunque sea negro…
La codicia es mala siempre. Pero cuando tiene consecuencias nefastas como en el relato es imperdonable.
Un abrazo Edita. Gracias.
M° Belén, precioso relato, aunque triste. Muchas veces, como describes, el oro, los avances, etc no conducen a la felicidad.
UN beso
Cierto Blanca. La felicidad está en las cosas sencillas.
Si todos hubieran sido honestos al proporcionar el material bueno, esa vida truncada en el asfalto se hubiera evitado y ahora disfrutaría cada día de pasear por él montado en su bici.
Un beso grande y gracias guapa.
MªBelén cuentas con destreza esta tragedia. suerte y saludos
Gracias Calamanda por pasarte por mi asfalto. Una tragedia que cada año se oye en las noticias. Ojala este sea diferente.
Un abrazo y un beso.
Gracias Ana. Me gusta tu comentario, lo que expresas en él y esa idea de romper el asfalto y descubrir que bajo ella hubiera alguna vía romana.
La verdad es que la sensación de impotencia desborda a mi protagonista. Han pasado los años y nadie se hace cargo de tal nefasto accidente. Mucha apariencia en la carretera y poco seguridad real.
Un beso.
Vaya crack que estás hecha MAría Belén. Un estilo que me gusta mucho.
Un relato de desesperación, impotencia, en el que hay que destacar el tono logrado.
Gracias Javier. Tus comentarios siempre son a tener en cuenta y más esta vez que saben tan bien.
La desesperación e impotentecia son terribles, luchas a contra corriente y los gritos son silenciados por el saber que nunca serán escuchados.
Un beso grande.
Gracias Javier. Mi estilo.. No sé… Suele ser prosa versada. Esta vez el relato se viste de realidad para contar una historia que no debería existir.
La codicia y mal hacer trae malas consecuencias.
Me alegra verte por este espacio.
Un beso grande para un gran relatista y versador.
Hola María Belén. Tragedias que, de una manera u otra, siguen pasando en algunos pueblos por la codicia de sus mandamases. Recuerdo una temporada en la que se construían carísimas y horrendas rotondas en pueblos de pocos habitantes.
Me gusta mucho como describes la carretera, casi la personalizo en mi mente como a un viscoso y tenebroso “lleti”.
Un abrazo.
Buenas Sergi. Es cierto que hubo un Bum de construir carreteras y rotondas en pueblecitos que vuelven locos todavía a los que circulamos por ellas. Alguien se debió forrar o se volvió turulato también.
He querido dar fuerza, protagonismo y vida a ese asfalto creado con buena voluntad por parte del pueblo y mal suministrado por aquellos mandamases que tu bien dices. la bicicleta y su ciclista una victima más de esa codicia desmedida.
Gracias. Abrazos.
Una gran desgracia, contada con pura poesía con tu hábil mano. Ese negro asfalto es un personaje en sí mismo, amenazador y terrible. Es un relato potente, una verdadera denuncia de la codicia de los poderosos. Tres hurras para ti y un beso enorme por esta obra de arte.
Gracias preciosa Belén.
Acertado comentario. Es cierto que quise que el protagonista fuera la carretera. Trate de dotarlo de alma y engalanarlo, para hacer ver que la apariencia no lo es todo. Si la base no es buena, si el material es defectuoso, si no se remata… es un bonito adorno de alquitrán que solo sirve para traer desgracia. Las victimas siempre las mismas.
Un beso de los grandes. Remuacks.
Hola, María Belén.
Un hecho que parecía traer el progreso y solo trajo desgracias. ¡Cuántos intereses hay que prevalecen más que la seguridad!
Muy logrado que una de las personas que anima la obra y que se emplea en ella sea la que más lo lamente después. Un puntazo.
Destaco varias frases, que me han parecido muy reveladoras: «el pueblo quería ser bendecido por un tráfico de vehículos que dejaran a su paso algún beneficio para sus negocios», «nunca pensé que un simple día de lluvia pudiera provocarme tal sufrimiento», y el remate duro -como una puñalada- «encontraron su bicicleta en la cuneta». Esta frase duele porque refleja el sentir de tantos familias que perdieron a alguno de sus miembros en el asfalto.
Pues, resumo, que es una historia magnificamente contada, con ese pincel poético que posees y que, a pesar de ser tremendo lo que sucede, sabes darle el toque Mateos Galán, tu toque personal.
Un beso gigantesco y muchísima suerte amiguita.
Vaya comentario más precioso Towanda, me sacas los colores.
Como ya he dicho antes quise poner de protagonista a la carretera, testigo de tantos accidentes y tantos llantos. Es triste ver, cuando circulas por ellas, esos ramos de flores en cualquier cuneta, poste o señal. Es duro pensar quienes serían y que será de sus familiares ahora.
Gracias por apuntar «ese toque personal» me ha llegado al corazón.
Un beso inmenso.
Buen relato M. Belén. Me ha recordado algunos apurillos que he pasado, pedaleando por alguna de esas carreteras como la que describes a la perfección.
Te deseo suerte.
Ton.
Gracias deportista nato.
Las carreteras siempre resultan peligrosas para quienes circulan por ella. Y más si no están bien señalizadas, trazadas o construidas.
Los ciclistas son los que más tienen que perder. Un simple casco es la única protección.
Gracias por comentar Ton. Abrazos.
Excelso relato M Belen, los que solemos salir a entrenar podemos dar fe de tus palabras, pero es triste saber que solo somos números de estadística en accidentes mientras alguien hace pingües negocios. He perdido varios amigos en la carretera. Para colmo en Argentina los caminos y los conductores son peores que en Europa.
Un gran abrazo y mucha suerte.
Siento saber lo de tus compañeros, toda perdida es triste pero en esas circunstancias es además trágico.
Gracias por tu comentario, deseo que tus paseos por ese asfalto sean gratos y los recorras con seguridad y gozo.
un abrazo Moli.
Mª Belén, un relato en el que de forma certera denuncias ese progreso desmesurado donde las medidas de seguridad no son contempladas. ¡Qué importan las vidas truncadas! Definitivamente, un relato para reflexionar. Abrazos y feliz verano.
Cierto Salvador. Muchas veces no se tienen en cuenta la seguridad, ni las vidas que por ellas han de transitar, solo negocio y números.
Una utopía sería que los caminos fueran tranquilos y seguros para quienes quisieran disfrutar de ellos y llegar a su destino con una sonrisa en todo el recorrido.
Feliz verano, un abrazo.
Buen relato, Belén! Redondo, como las ruedas de la bicicleta, empiezas y acabas con la misma reflexión «odio ese maldito asfalto».
Y la expresión de «oro negro» yo siempre la había relacionado con petróleo, como producto bruto, no como el asfalto en sí… otra nueva acepción del término!!
Está muy bien, Belén!!!
Un abrazo y mucha suerte!
Marta
Gracias Marta por tu comentario.
Un pasado y un presente unidos por ese pesado caminar por el plomizo y maldito asfalto. Creación para el progreso y la ilusión, para la tragedia y el dolor.
Oro negro para algunos…luto para otros.
Un beso.
Varios temas de denuncia en un solo relato, sobre todo la corrupción y la falta de respeto por los ciclistas.
Curioso que tu personaje que en reaidad no tiene culpa, se sienta tan dolido. Representa a la buena gente, que en realidad es más que la mala.
Abrazos y feicidades.
Hay tramos que la seguridad brilla por su ausencia y ello aumenta el peligro de los que circulan por ella, más si se trata de ciclistas en ruta, deporte, afición o disfrute.
Buena intención en la construcción de esa carretera, triste final sentido por una perdida familiar.
Siempre hay más buenas personas, pero por desgracia las malas se hacen oír de manera más intensa.
Gracias por comentar Javier, un abrazo.
El «poderoso caballero» Oro Negro siempre lo puede todo y no respeta ni la vida humana. Hay cosas que no cambian. Como dice la mayoría, un magnífico relato y, sobre todo, un relato para reflexionar. Mucha suerte.
Gracias María. El poder del dinero es insano. El oro negro, dorado o plateado un lujo apreciado que deshumaniza. Una triste experiencia crear algo con tus manos para una mejora y un progreso y Ver como te han proporcionado un material defectuoso, solo para llenar sus bolsillos…una pena.
Se agradece tu comentario. Un beso.
Hola Belén.
Veo y comparto la nostalgia por una ciudad protectora que acoge a sus habitantes. A partir de este entorno más que salvaje. agresivo, que nos rodea en general. nos llega el dolor y la indefensión de los protagonistas.
¡Enhorabuena y deseos de un mundo mejor!
Bonito y sentido comentario Cari. Un asfalto lleno de alquitrán y engaño.
Gracias, un beso.
Unos se llenan los bolsillos, las consecuencias siempre las pagan los de siempre.
Real y certero.
Buen relato.
Un beso Mª Belén.
Dices mucha verdad en tu comentario Rosy. Pagan siempre los mismos las negligencias de los que están más arriba, una pena.
Gracias por pasarte por mi carretera.
Un beso.
Te contaré un secreto. Yo vivo en el campo y toda mi parcela está con graba. Hace un par de años llegó un señor a ofrecerme a «muy buen precio» unos camiones de alquitrán que habían «sobrado» de unos pavimentos. Le dije que no estaba interesada. Nunca supe de dónde venía pero seguro que alguien los compró; dinero a su bolsillo.
Gesos.
Hiciste bien en no comprar. Seguro que algún engaño habría en ese alquitrán. Nada bueno.
Que bien vivir en el campo, toda una suerte. Naturaleza pura.
Un beso Virtudes, gracias por contarme tu vivencia.
Mª Belén, relato arrebatador el tuyo, no siempre el progreso trae de la mano la alegría y la ventaja, en los tiempos que corren, casi nunca, diría. Ellos buscaban una mejora pero esa solo llegó al bolsillo de algún desalmado. Hace falta una desgracia para que salten alarmas y algo se arregle. Aunque suele ser ya tarde para alguien, en este caso la voz que nos cuenta lleva una pesada carga. Mucha suerte con este bonito relato de denuncia.
Gracias Yashira.
Es cierto que hasta que no ocurre una desgracia no se arregla aquello que ha sido mal creado, a pesar de los avisos.
En este caso la muerte cercana hace reaccionar a quienes fueron los culpables y aún así tardan años es resolverlo. El peso de caminar por ese asfalto le llena de impotencia y desdicha.
Un beso guapa.
Me ha gustado mucho la descripción de la carretera y tu relato me ha provocado un sentimiento de nostalgia y pérdida. Actualmente no hay lugar para las bicicletas, ni en ciudad, ni en carretera. Lástima, porque la sensación de libertad al conducirla es difícil sustituirla con otra cosa. Era maravillosa, al menos, yo la recuerdo así. Un beso.
Es cierto Mar. Las bicicletas son para sentir la libertad y aunque en las ciudades han puesto vías para ellas, no es lo mismo que pedalear por los caminos o las calles de antaño, donde los coches eran casi un anécdota.
Me alegra que te guste ese asfalto tan aparente y tan cargado de falso material.
Gracias, un beso preciosa.
Tu relato, además de estar muy bien contado, es una denuncia, a la falta de escrupulos de los dirigentes que solo piensan en llenarse los bolsillos.
Suerte, María Belén
Bien visto Maria Jesús. Una denuncia vestida de tragedia en ese asfalto que debía traer riqueza al pueblo y no a los dirigentes.
Gracias por tu comentario.
Un beso grande.
Cuánto he disfrutado leyendo este relato a pesar de su duro argumento. En especial me ha gustado la pausa con que está narrado, así como esa progresión uniforme de la historia, con tres párrafos bien diferenciados tanto en forma como en contenido, y de los que me quedo sobre todo con el segundo, que me parece sobresaliente.
Enhorabuena, Belén, y mucha suerte.
Un beso muy gordo.
La dureza de la realidad ralentizada en palabras y tiempo. Un asfalto que tiene mucha vida y mucha muerte tras su oro negro.
Gracias Enrique por tu tiempo, tu comentario y por ser como eres…Oro Blanco.
Un beso enorme.