62. Ovidio frente a los clásicos (Alberto BF)
Ovidio Camuñas partía con ventaja: la naturaleza le susurraba. Él robaba sus atributos y los plasmaba en un lienzo en forma de hoja, a través de su pincel transformado en pluma. Era un Sorolla en esencia, interpretando en certeros trazos el profundo azul, pero en versión literaria.
Describía frescas aguas como líquidos cristales, aplicando el ejemplar estilo de Cervantes; jugaba con hielo abrasador o fuego helado, de manera indistinta, como si se tratara del magistral Quevedo… y no eran estos recursos la única virtud que hacía de su obra un placer para los sentidos.
Sabía envolver su arte en una delicada capa de poesía, dotando a su verbo de matices que superaban los límites de la sensibilidad, haciendo llegar a una suerte de éxtasis a todo aquél que tenía la oportunidad de acariciar con la mirada sus versos cargados de belleza sin par.
Todas estas bondades le hicieron destacar en un país de incuestionable inquietud cultural, como era aquél que le vio nacer. El año que publicó su “Naturaleza viva” consiguió ser el segundo autor más leído, sólo superado por una tal Belén Esteban.
Ovidio comprendió que frente a los clásicos no se puede competir. Ni aliándose con las musas.
Alberto, vaya rival peligroso para un artista tan original. Suerte y saludos
Calamanda, hoy en día rivales de este calibre superan en ventas a grandes autores. Disparatado, ¿verdad?
Suerte y saludos para ti también!
Y gracias por tu comentario.
«Contra gustos no hay nada escrito», dicen, aunque habrá que cambiar la frase porque tú acabas de hacerlo, y muy bien.
Un saludo, Alberto
Gracias por tu comentario, Margarita.
Efectivamente, para gustos, los colores…y tiene que haber autores para cubrir todo el círculo cromático.
Un saludo, y suerte!