19. Pájaros en el fango
El rosal acoge a los pajaritos, a los que gusta irse por las ramas.
Los inquietos reyezuelos pasan el día dando saltitos entre los tallos finos atacando al pulgón, los zorzales hacen lo mismo en las ramas más gruesas. Los petirrojos, por rango que da el color, capitanean las cuadrillas de unos y otros.
Los verderones, propensos al escaqueo, no pierden oportunidad para ir de flor en flor detrás de cualquier pajarita que se les pone a vuelo. Así, entre cabriolas y aleteos, las introducen de soslayo entre los camaradas.
Todo funciona en perfecto orden, bajo la atenta mirada del gran águila de cola roja y su íntimo, un halcón metálico por el que claman al cielo albatros y gaviotas.
Un pequeño pinzón rojo, -no se sabe si por ira o por ideología-, ha caído del nido que le acoge, empujado por las garras de sus fechorías. Tras tornar en urraca, cegado por el dorado de la opulencia, ahora es un cuervo capaz de sacar los ojos a quien ose acusarle.
¡Qué suerte ha tenido el pajarito! Que a la sombra de las rejas de una jaula, se ha convertido en jilguero y afinando su siringe promete entonar «La Traviata».
Bonito relato. No sé si es cosa mía pero me parece una alegoria. ¿Verderones detrás de pajaritas, un pinzon rojo expulsado del nido y tornado en carroñero cegado por la opulencia y dispuesto a sacar los ojos a sus acusadores ?
¿El jilguero en la jaula cantando la traviiata?
No sé, perdona Sonsoles quizás estoy demasiado contaminada por la realidad y veo semejanzas que no existen.
De todas formas , tanto si es así como si es simplemente un inocente relato que describe las andanzas de diferentes especies aladas, me ha gustado mucho.
Un saludo y suerte.
Muchas gracias, Gema!
Como se suele decir en estos casos, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. O no…
😉