127. Para el lunes
Lo apearon ante el caserón con una palmadita en el hombro y cruzó el umbral de la puerta con un te lo vas a pasar bien, hijo, que él interpretó como adiós, hasta el domingo. Pero pensó en aprovechar la situación para acabar la tarea:
“…Sorteó el laberinto de muebles que atascaban el hall y, cuando subía por la escalera al segundo piso, observó cómo dos espectros venían a por él, desplazando el polvo que en silenciosas volutas ascendía por los haces de luz que se colaban por los resquicios del artesonado. Retrocedió por el pasillo atrancándose en un cuartucho cuya puerta cedió a la presión de la espalda. Toc, toc… Los aparecidos golpearon la puerta y su corazón el pecho. ¿Estás ahí, verdad? Dijeron desde el otro lado. Y dónde si no, respondió con cierto descaro”.
…Toc, toc. Sus abuelos entraron, le estamparon dos besos y le recordaron que desayunaban a las nueve (si, si…), que almorzaban a las dos (ya, ya…), que el router de cinco a siete (vale, vale…), y que sería difícil lidiar con su fantasiosa imaginación por más de tres días (pues lo sentía, pero tenía que finalizar la redacción para el lunes).
Inquieto tu personaje, sin duda. Has definido muy bien ese entra y sale de su imaginación y lo has contextualizado a la perfección. Mucha suerte 🙂
Gracias, Juan Antonio, por tus comentarios. La imaginación…, la imaginación al poder, se decía antes… Suerte y saludos para ti también.
Gracias Ana por tus comentarios. Saludos y suerte para ti también.
Muy bonito relato, muy bien descrito. Y como dices, la imaginacion que no falte.
Saludos
Gracias, Blanca, por tus comentarios. Se agradecen mucho. Suerte para ti también.
Un relato que me trae recuerdos de mi día a día con esas redacciones.
Gracias, Lorenzo por tus comentarios. Siempre hay algún punto del planeta donde podamos coincidir. Jaja.