103. Para no olvidarla.
Con el estómago vacío y cansado me senté en un banco. Como distracción juego siempre a mirar por el objetivo de la cámara. Una tontería, lo sé, pero nunca se sabe dónde y cuándo puede aparecer ese instante único a inmortalizar. Y ocurrió, vi el tapiz y me detuve en él. Eran hermosos y brillantes sus colores. Plateados, turquesas y verdes-azulados viraban al antojo de la luz, deslumbraban. De repente, se abrió aquel ventanal y del oscuro abismo emergió ella, sofocada. Ensombreció el tapiz. Boquiabierto, y ya sin mirar siquiera por el objetivo, se me disparó la cámara, todo. Ella me miró y sonrió, no hizo falta más, ni que cantara.
Torpemente guardo la fotografía en el bolsillo de la americana. En aquel banco, como todas las tardes, se lo cuento nuevamente. Ya mi sirena no sabe llegar sola a puerto, sus recuerdos se ahogaron hace tiempo. La levanto cuidadosamente, tampoco ando yo ágil, y nos vamos a casa. La foto es vieja, en blanco y negro, pero sus vivos colores los tengo grabados en la retina y en mi memoria. Es nuestra historia y por eso todos los días se la cuento, para no olvidarla me la cuento.
Qué historia más bonita, un hombre que está dispuesto a seguir recordando por amor, por los dos. En su sencillez está la grandeza de tus letras. Me ha emocionado y encantado.
Un abrazo y suerte.
Cristóbal, romantica y belola historia de fidelidad. La casualidad marcó su vida. Suerte y saludos
Me ha encantado esta historia del viejo amante que no olvida el esplendor de su amor, aunque sea a través de una fotografía.
Todo se transforma, todo acaba por perderse, pero mientras vivimos, nos aferramos a lo mejor que nos ha ocurrido, a esos recuerdos que nos marcaron. Nada mejor para recordar que una fotografía.
Un relato lleno de ternura y todo un canto a la vida.
Un saludo, Cristóbal
Gracias a los cuatro por vuestros amables comentarios, un saludo.
Me gusta esta historia porque se centra en quién estaba al otro lado de la cámara y cómo un disparo le cambió la vida, en vez de en la imagen misma. Besos y suerte, Cristóbal.