30. Pareidolias
Recordó esa nota justo antes de que todo comenzase.
“La ausencia de sonidos puede volverte loco ya que, el silencio total no existe. El oído, nervioso, tratará de buscar lo que sea y trasteará dentro de tu cuerpo para hallar esa fuente. Y la encontrará en los ecos lejanos del corazón, en el latido de la sangre e incluso en las contracciones del intestino. Una cámara anecoica podría ser un arma de tortura, una forma de enloquecer a la gente. Pero yo creo que, en esa supuesta ausencia total de sonido, si acaso hubiesen logrado aislar todo el exterior, una vez que tu oído hubiera iniciado esa búsqueda suicida y tras comprobar la bulliciosa locura de tu interior, el cerebro encontraría reposo en aquellas melodías soñadas, esas que te acompañaron y que se metieron tan dentro de ti, que en ese supuesto secuestro despertarían y saldrían a la luz brindándote la ayuda necesaria para calmar al oído explorador y superar el tormento. Pareidolias acústicas o algo similar.”
Anónimo.
El ruido indeseado, más si es estridente, resulta perturbador, en tanto dificulta la comunicación y hasta el propio pensamiento. Hemos de convivir con todo tipo de sonidos, por suerte, el cerebro sabe discriminar los que no interesen en cada momento. El silencio absoluto se antoja algo inaudito, dado que el cuerpo, en su actividad habitual, no deja de emitirlos, por tenues que sean. En el caso de que pudiera ser posible, lejos de transmitir paz, es probable que fuese un tormento, el puro vacío, la nada, que es la sutil tortura a la que parece estar condenado tu protagonista. Menos mal que en un mensaje anónimo de ayuda, previo al martirio que tendría que sufrir, alguien le dio la fórmula para no desesperar: rememorar melodías grabadas en su memoria.
Un relato muy elaborado, con interesante contenido científico, en el que has incluido muy bien los dos posibles temas propuestos.
Un abrazo y suerte, Susana
Muchísimas gracias, Ángel. Un abrazo enorme y, no sé si ya se puede, pero, feliz Navidad!!
Un anónimo muy misterioso que salva de la angustia del silencio absoluto a su receptor. ¡Qué buena idea has tenido!
Mucha suerte.
Muchísimas gracias, Paloma. Un abrazo fuerte!
Un relato original y muy interesante, que se beneficia de su tono científico. Me ha recordado una historia real y terrorífica, la de los presos de Guantánamo a los que torturaban poniéndoles a todo volumen una canción en bucle durante horas (generalmente heavy metal, pero una de ellas era la de Barrio Sésamo…). Supongo que ha sido porque tanto la ausencia total de sonido como el exceso estridente de él pueden volverte loco. Un saludo y suerte.
Muchas gracias, Ana! Tienes razón, esas torturas… Terroríficas!!