50. PASABA POR AQUÍ
Yo solo pasaba por aquí cuando le vi. Hacía toscos aspavientos con una bocina atronadora que se llevaba al sobaco y provocaba un gran alborozo entre las criaturas. Cuando la flor de su solapa empapaba al público de la primera fila, los de la segunda estallaban en carcajadas que contagiaban a los de la tercera y la cuarta. Para que os hagáis una idea de lo que hablo, os diré que hacía reír incluso cuando, con una falsa torpeza infantil, daba paso a su número del suicidio. Enredado en unos pantalones cortos a rombos que dejaban al descubierto su flacura, intentaba subir al bordillo para, poco después, arrojarse al vacío con ademanes valerosos y decididos. La explosión de un globo indicaba que el número había finalizado.
Todos aplaudimos enfervorizados, excitados ante una muerte ficticia tan jocosa y bien interpretada. Para nuestra sorpresa, tras una resurrección inesperada, se sentó en un taburete con forma de elefante y empezó a desmaquillarse la sonrisa. Fue cuando se quitó la nariz roja que descubrimos el rostro de un anciano ajado y triste. Entonces, sin echarle una moneda, comenzamos a desperdigarnos, como si ninguno de nosotros hubiese pasado nunca por aquí.
Hola, Laura. Bienvenida a ENTC. Me gusta mucho tu relato; lo que cuentas y, también, como lo cuentas, con una prosa «sencilla» y colorista, aun con la aparente tristeza y desánimo que se ocultan tras esa sonrisa desdibujada. Para rematarlo, nos muestras el miserable pago que, por desgracia, tantas veces reciben algunos artistas u otras personas que nos ayudan a sobrellevar nuestras vidas: el desprecio y el sitehevistonomeacuerdo. Enhorabuena y suerte. Un saludo.
Hola, Jesús. Muchísimas gracias por tu bienvenida y por los comentarios a mi relato. Me gusta transmitir imágenes cuando escribo y también jugar con las contradicciones, así que me has captado muy bien;) He intentado precisamente retratar esas actitudes que lamentablemente están cada vez más extendidas socialmente… Y si lo he coonseguido, aunque solo sea un poquito, ya me doy por satisfecha. Gracias de nuevo y hasta pronto. Abrazos.
Me gusta la manera sutil en que nos muestras ese rechazo visceral a la vejez. En una sociedad en la que se sobrevalora la juventud, la belleza y los cuerpos danone la senectud no es un buen compañero.
Enhorabuena Laura.
Hola, Dolores. Mil gracias por tu reflexión. Me vino la inspiración al pensar en todas las máscaras que nos ponemos precisamente por no aceptar nuestra fragilidad… Como bien dices no se suele aceptar la vejez ni las diferencias en una sociedad en la que se valora sobre todo la «máscara bonita y feliz»· Y cuando nos hacen de espejo de todo eso, pues a salir corriendo… Un fuerte abrazo y gracias de nuevo.
Me temo que esa reacción, esa mala reacción, es propia del ser humano: mirar para otro lado cuando la realidad no gusta, y los payasos son un buen ejemplo de ello, como bien has contado por otra parte.
Buen micro, un abrazo.
Sí, Luisa, una reacción que nos hace menos humanos… Muchísimas gracias por tus palabras, un abrazo.
Hola Laura. Tu personaje, como la vida misma, tiene una doble cara: la de la sonrisa pintada y la de las arrugas y durezas inherentes a su propia trayectoria personal. El texto es una sutil crítica a esa doble moral que impera en la sociedad, cuando la mayor parte de la gente prefiere mirar hacia otro lado que percibir algo que no le gusta. Basta esta escena para demostrar que la auténtica comedia no sucede entre bambalinas.
Bienvenida a este espacio. Un placer leerte.
Saludos.
Hola, Manoli. Muchas gracias por la bienvenida y por tus comentarios. Ojalá llegue el día en que no nos asuste mirar a la cara todas las realidades… La creatividad es la mejor medicina y creo que estoy en el lugar adecuado:) ¡Gracias!
Me quito la máscara y el sombrero ante tu precioso relato. Bonita manera de estrenarte en ENTC. Bienvenida y mucha suerte!!!
Bssss!
Jajajaja, eso, eso, ¡fuera máscaras! ¡Muchas gracias Juancho, igualmente!
¡¡Hasta pronto!!
Hola Laura, bienvenida. Espero que «pases por aquí» para quedarte, porque escribes muy bien. Además, en esta ocasión, tú y yo hemos coincidido al elegir como protagonista a un payaso, esos artistas cuya obra es hacernos reír, aunque ellos estén llorando por dentro. Creo que aquí también reflejas muy bien esa contradicción. Felicidades, te leeremos muchos más, todos los que escribas. Un cariñoso saludo.
Muchas gracias, me siento muy feliz de estar en este espacio creativo, de hecho, me pasaré pronto a hacerle una visita a tu payaso, que no he tenido tiempo de leer vuestros relatos:) Te mando un súper abrazo.
Qué preciosidad Laura.
Estupendo estreno.
Un abrazo
Tus palabras sí que son bonitas, ¡muchas gracias, Blanca!
Laura, bello y bien contado tu cuento. Dice mucho mas de lo que cuenta en ese final tan bueno. Suerte y saludos
Muchas gracias por tus palabras, Calamanda, me alegro mucho de que te haya gustado. Los finales no son lo mío, así que me doy por satisfecha:) ¡Un abrazo fuerte para ti y mucha suerte!
Uff, qué fuerte. Cómo nos das en la conciencia a los lectores, así, de sopetón. Con lo bien que íbamos viendo a ese payaso que nos hace reír y hace feliz a nuestros hijos y luego la ceguera que nos avergüenza. La vejez y su desprecio. Es un retrato de la sociedad que solo premia lo guapo. En fin, enhorabuena por el relato, de los que golpean. Buena manera de entrar en ENTC. Suerte.
¡Javier, hola! No había leído tu mensaje, millones de gracias por tus palabras, me emocionan, sobre todo viniendo de alguien a quien considero un maestro…
Sí, esa era mi idea, mostrar un poco esa doble cara y el desprecio hacia todo aquello que nos avergüenza o que nos parece «feo». Hay tantas cosas bellas en la vulnerabilidad…
Gracias de nuevo, hasta pronto y toda la suerte del mundo para ti.
Abrazos.
Me ha encantado tu relato, Laura. Transmite cierte tristeza y enseña, como un mago, una carta para finalmenye sacar otra que tenía guardada, a modo de sacudida. Inteligente y sensible. ¡Suerte!
¡Salvador, muchas gracias! Me alegra que el relato remueva un poquito, si además te ha gustado, me siento feliz:)
¡Mucha suerte para ti!