116. Paseo por las Ramblas
Un túnel de verdor les protegía del abrasador sol, que por la tarde reinaba en aquella ciudad, de la que tanto habían oído hablar.
A cada paso, el crío se volvía y sonreía, para él todo era una fiesta, le habían prometido que al final de aquel paseo tan fantástico, le esperaba un helado maravilloso, que podría escoger entre un montón de sabores.
Unas vacaciones en familia, como ha de ser. Tras soñar con ellas durante mucho tiempo. Después de leer todas las maravillas dignas de ser vistas, que guardaba en sus calles; se aventuraron a ir en pos de ellas.
Tras visitar aquella extraña iglesia, construida a través de varias generaciones, gracias a los donativos de sus fieles y posteriormente a las aportaciones de los visitantes, hecha con una estructura inspirada en las usadas por la naturaleza.
Decidieron después de comer, que bajarían al centro y pasearían por aquellas ramblas tan mencionadas.
No se percataron de nada, fue todo muy rápido, gritos, ruido, un golpe fuerte por la espalda, el tirón del niño cuando fueron separados por aquella mole.
Luego los lamentos, gritos desgarrados, dolor, sangre, zapatos, bolsos y prendas desperdigadas.
Su hijo. Quieto, estático, en una retorcida postura.
Alfredo, cuanto realismo en ese viaje fatidico, para algunos significó la muerte. Suerte y saludos
¡Gracias Calamanda! Sí, fue un viaje trágico, para esos turistas que nos visitan.
Saludos.