58. PAUSE (A. TORIBIOS)
Se sentó a escribir y nada. La hoja en blanco como la pantalla de un cine abandonado, como un cielo sin pájaros, como un espejo sin azogue. Su parpadeo le pareció irónico, ofensivo. ¿Te ríes de mí?, pensó, y le dieron ganas de cerrar la tapa de golpe y tirar el ordenador por la ventana. ¿Qué sentiría Cervantes, o Dostoievski, o Hemingway? Ellos tendrían papel del de verdad y pluma de mojar, o estilográfica. Quizás era eso. Cogió un cuaderno y su pluma favorita, pero nada, su mano se negaba a trazar signo alguno. Oyó el timbre y tuvo la fantasía de que llamaba el personaje de su historia, esa que no acababa de empezar. Pero no, era el de la publicidad del Mercadona. Vaya… un repartidor, un barrio obrero, algo a lo Marsé… No, para qué reescribir lo escrito. No quería convertirse en otro Pierre Menard. Quiso recordar su último libro, pero nada vino a su mente. Tampoco se acordaba de relato ni poema alguno firmado con su nombre. Cielos, quién soy, pensó, y un sudor frío le recorrió la espalda.
La temible hoja en blanco lleva a un hombre, supuesto escritor, a replantearse una vocación que cree tener, para darse cuenta de que ese camino no es el suyo. No terminan ahí sus problemas, pues esa clarividencia creciente que le pone en su verdadero lugar, también le lleva a plantearse todo, hasta su propia existencia.
Un relato que siembra inquietud de principio a fin.
Un abrazo, Antonio. Suerte
Gracias, Angel. Son las angustias del creador, de los que todos sabemos algo. Un abrazo.
ANTONIO, cuentas con sencillez como ser consciente de los limites es necesario. Suerte y saludos
Gracias, Calamanda. La sencillez no está mal como principio, e incluso como fin. Un abrazo.
Inquietante relato Antonio.Después de repasarlo tengo mi diagnostico: amnesia temporal. Me gusta cómo le has sacado partido a un hecho tan simple y por desgracia tan común.
Describes muy bien la angustia de tu prota intentando por distintos medios que llegue la musa/o hasta acabar claudicano, en vez de buscar un final feliz. Muy real.
Enhorabuena. Besazo Antonio.
Gracias Laly por tu «diagnóstico». Besos.
¡Qué angustia!