67. PELO DI FEMMINA
Le despertó un revuelo de cacerolas en la cocina. Desenredó torpemente las sábanas que lo aprisionaban y rebuscó, entre las ropas abandonadas sobre la silla, algo que ponerse. Miró el reloj con los ojos entrecerrados. Las ocho de la mañana. A tenor de lo ya preparado, Adelina llevaba horas trajinando. Era el gran día. Una larga ducha y un par de cafés después, llamó a la oficina.
—Catarella, hoy no voy. Que nadie me llame salvo que disparen al presidente de la República.
—A sus órdenes, dottori.
Cinco minutos después el teléfono sonó.
—Dottori, no se sabe nada sobre el presidente. Le seguiré informando. No pase cuidado.
—¡Catarella! ¡No llames más! ¡Pase lo que pase!
El suave sol invitaba a preparar la mesa en la terraza.
—¡Dutturi! ¿Qué hace este buffone en mi cocina hurgando mis arancini?
—¡Pepe! ¡Por fin! ¡A mis brazos!
El teléfono sonó de nuevo. Se abalanzó furioso sobre él.
Le sorprendió la voz poderosa y lejana de Livia.
—No esperes ni a Andrea ni a Manolo. Tú dirías “tira più un pelo di femmina…” Estamos en Barcelona. Con Charo. Tenemos las dos tanto por lo que pelear, tienen los dos tanto por lo que desagraviarnos…
Bienvenida a ENTC, María Eugenia. Nos presentas un oportuno homenaje a dos grandes del género policíaco. He de confesar que sí he leído y disfrutado, hace años, varias novelas de Vázquez Montalbán, pero de Camilleri solo «La concesión del teléfono» y creo recordar que no era policíaca. Suerte y saludos.
Muchas gracias, Jesús. Espero disfrutar leyendo y escribiendo en ENTC. Saludos.