05 PENALTI
Esos preciosos ojos le miraban.
Llevaba toda la temporada en el banquillo. No había jugado un minuto. Los buenos salían siempre y él no era ni opción.
Último partido de la temporada. Si ganaban se proclamaban campeones con lo que irían al mundial alevín de Nueva Zelanda.
A sus once años el fútbol le importaba en la medida en que esos ojos le observaban. Siempre asistía a sus partidos.
Él se derretía. A veces se atrevía a contemplarle y aquella sonrisa le dejaba noches sin dormir.
Era el último minuto y el marcador decidía que el empate les convertía en segundos y perdedores.
Penalti a favor. Todos enloquecen. De pronto, los titulares atenazados por el miedo dicen que no lo tiran. El desesperado entrenador hace un cambio. Quita a un jugador y lo mete a él. Le ordena chutar y hacer gol.
Se dirige al balón fijándose en sus ojos.
Golpea con toda su fuerza.
El esférico se va a las nubes.
Esos ojos le regalan la más tierna de las sonrisas, además de un beso furtivo que le envía con los dedos.
Es feliz mientras sus compañeros y el entrenador se revuelcan por el suelo.
Hay momentos decisivos que se recuerdan siempre, otra cosa son los matices. Mientras para unos hay una sola y realidad evidente, para otros, como es el caso de tu protagonista, existe una paralela, mucho más importante y llena de perspectivas. La fidelidad de esa muchacha, la sonrisa y el beso lanzado en el momento en el que tantos querrían acogotar al pobre jugador, prometen.
Un saludo y suerte, Pablo.
Pablo, en días como estos, en que me tienen rodeada de futbol por todos los lados, me encanta que haya alguien que prefiera un sonrisa y un beso al aire en lugar de un gol. Aunque pensándolo bien, Nueva Zelanda es una buena excursión…
Un abrazo y suerte.
Pablo, he llegado a pensar que esos preciosos ojos eran de una seguidora o seguidor, del equipo contrario. Y el chico, por darle gusto falla el penalti. Seguro que es un error de apreciación porque todo apunta a que realmente el niño estaba en las nubes, pendiente de los ojos.
De todas formas, es muy original, pese a la turra que nos están dando con el fútbol .
Al fin y al cabo el chico se sentía feliz con el beso al aire, total era un penalti más y él seguro que no se iba a dedicar a ese deporte.
Se agradece que entre tantas patadas y zancadillas aparezcan unos hermosos ojos, un beso al aire y un chico en las nubes. Ternura, al fin.