37. Peor que usted
La clave está en ubicarlo cada día en un lugar preciso, estratégico, diferente. Al payaso triste, me refiero. Hay días que lo dejamos junto a la máquina de tabaco y allí se pasa doce horas, o hasta que cerremos. O en el pasillo que da a los baños. Otras veces lo sentamos en un taburete de la barra, como si fuese un cliente más. Desde que contratamos al payaso triste, hemos multiplicado por cuatro la afluencia de clientes a nuestro bar. Nadie te lo confesará, pero sé que al personal les gusta cruzarse con un tipo tan abatido, tan desconsolado, sin ninguna esperanza. de esos que llevan la tristeza esculpida en el rostro. En el fondo, les tranquiliza pensar que hay gente más desolada que ellos. Ya digo: gracias al payaso triste hemos cuadruplicado nuestros ingresos de caja en apenas un mes. A él no le decimos nada, claro. No vaya a ser que de repente se sienta útil, se venga arriba, vea un atisbo de esperanza en su vida y le de por sonreír.
Poco puedo decir a mayores de que me gusta y que me parece que está muy bien escrito. Así que enhorabuena, José manuel. Un saludo y suerte.
Mil gracias, Jesús, con alguien al que le guste ya se pueden dar por bien empleados lo 15 minutos de escritura. Salud¡¡
Simplemente genial, Dorrego. Esa manera de mirar en negativo, de ver siempre al otro como rival y, por ende, subirse ante la debilidad, es una espina en el corazón humano. Tu texto me recuerda un famoso cuento que circula acerca de una radio que se quedó sin audiencia por dar buenas noticias, jajaja
Muy bueno. Placer leerte.
Gracias, Manoli. Leí la historia del programa de radio, es genial, y me temo que es una premonición de lo que le ocurriría a cualquier programa (o periódico) que tenga pensado dedicarse a alegrarnos el espíritu. Saludo¡¡¡
Qué puñeteros somos Dorrego, ¡Cómo nos gusta regodearnos en la tristeza de los demás!!
Suerte.
Besicos muchos.
Igual que la prosperidad ajena nos molesta, la desgracia de otros nos sube el ánimo. Ya sabemos que siempre hay alguien mejor y peor con quien compararnos, pero las sensaciones que nos causan provienen de un profundo egoísmo que hace pensar si la naturaleza humana tiene futuro o merece tenerlo.
Un relato directo, efectivo y con mensaje indiscutible.
Un abrazo, José Manuel. Suerte
Cierto (Pero precisemos: ¡¡Como LES gusta!!, jé) Salud, Nani!!
Es verdad, Ángel. Yo creo que si tenemos futuro, solo habría que deshacerse discretamente de la gente lastre… Salud, Ángel¡¡
Me molesta que le traten como un mueble mientras se hacen ricos a su costa pero… lo que no soporto es que le nieguen (no ya la felicidad) si no el que se sienta útil no sea que vaya a alegrarse un poco y se acabe la gallina de huevos de oro.
Me pone enferma y…. mierda, es verdad!!!! Eso pasa en la vida real. Jo
Mierda, sí: ¡¡Es verdad!! Es lo que hay por ahí. Gracias por leer, Luisa. Saludos¡¡¡
Dorrego, muy claro su mensaje y directa forma de contarlo. Suerte y feliz año
La clarida, ante todo (aunque vaya con aderezo…) ¡¡Muchas gracias por leer, Calamanda!!!
Un cuento redondo y con moraleja.
Me alegro de que te guste, Paloma !!Saludazos!!!
Genial idea.
Hola, Dorrego. Me ha parecido una idea original y un relato con fuerza. El título le viene de maravilla, haces un desarrollo ágil y creativo y desembocas en un final que no sabes si es para reír o para llorar (a mi me hace reír, por la facilidad con que lo «despachas», jaja). Ciao.
Solo puedo decir que me postulo como fundador de la religión de los Dorreguistas Confesos Del Séptimo Día…
Magistral. Creo q ya lo comenté en feisbu.
Suerte, maestro. Aunque hay talentos que no la necesitan.
Abrazo
Triste imagen del ser humano la que nos pintas, pero cierta, cómo me fastidia ese evitar que el payaso suba su autoestima, con la falta que hace ¡leche!
Pero bueno, igual si se acaba el chollo del payaso triste, él también se queda sin trabajo y volvería a la tristeza, vamos que es la pescadilla que se muerde la cola.
Qué bien narrado, mucha suerte con el relato Jose Manuel. Abrazos.