46. Pesaroso
Es la tercera oferta de compra que Pepe rechaza esta semana, su agente inmobiliario insiste en que debe vender la casa de la playa cuanto antes.
—Hay una pareja joven interesada —le dice—, quieren disfrutarla este mismo verano.
Pero ese argumento, lejos de convencer a Pepe, le fastidia. Tanto que en un arrebato contesta que ya no vende, hace la maleta y vuela a la playa.
Apenas entra en casa, Pepe siente la humedad en las articulaciones, le crujen igual que la madera del suelo. Abre la ventana del salón y, como siempre, pasa los dedos por encima del salitre incrustado en el quicio. Su pulso no es el de antes, se raspa la piel de las yemas. Le escuece. Inspira profundamente para oler el mar, tragándose el aire enmohecido que desprenden las paredes desconchadas. Estornuda dos, tres, siete veces. Entonces en su pañuelo percibe una fragancia agradable, vivificante, al bronceador de coco de Toñi.
¡Qué tontería!, piensa con sonrisa triste, será el suavizante nuevo.
Luego suspira preguntándose qué hace allí, si sabe que los cimientos llevan años agrietados. Mientras en la verja de fuera, dos jóvenes embadurnados de protector solar discuten la nueva oferta que, sin duda, Pepe aceptará.
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Cuesta desprenderse de los espacios en los que, como una prolongación de nosotros mismos, hemos sido felices. Esta pareja ha demostrado un sutil conocimiento de la psicología humana al introducir un olor que puede hacer cambiar de parecer a este hombre, aferrado a los detalles de sus recuerdos. Esa casa necesita una renovación y nuevos habitantes, y él, desprenderse de recuerdos más dolorosos que gratos.
Un relato sobre la nostalgia y con un final que deja pensando acerca de esa oferta, abierta a interesantes interpretaciones.
Un abrazo y suerte, Aurora.
Muchas gracias, Ángel, por tu tiempo para leer y comentar. Es verdad que hay espacios que son como una prolongación de nosotros mismos, de nuestras historias.
¡Abrazo!
Aurora, qué bonito. La nostalgia es triste y bella a la vez, pero a veces hay que pasar página, aunque duela, como tu Pepe.
Un abrazo y suerte.
Bien cierto lo que dices, Rosalía, a veces hay que pasar página aunque sea difícil. Mil gracias por tu lectura y comentario.
¡Abrazo!
Me ha gustado tu relato, Aurora. Esas descripciones tan detalladas nos cuentan la historia de toda una vida. El recurso de los olores es especialmente interesante. Un saludo.
Te agradezco mucho el comentario, Antonio. Es curioso que hay olores que, a pesar del tiempo, no se olvidan.
¡Abrazo!
Maravilloso, Aurora, me encanta la historia y cómo la has escrito. Te felicito.
Un fuerte abrazo
Te agradezco el comentario, Javier
¡Abrazo!