93. PETUNIAS ROJAS (Nani Canovaca)
Estoy en un bosque que en un principio es verde y unos pasos más adelante, se llena de petunias tan espesas que todo lo tapa y se convierte en un inmenso mar rojo. En la naturaleza boscosa me sentía bien, pero esta alfombra me ahoga. Me asusta estropear las flores al pisarlas, por eso necesito mis alas y salir volando de este espacio que cada vez se hace más extenso. Se agranda por los lados y sigue hacia arriba. No hay caminos ni puertas por donde salir, es como un gigantesco laberinto donde todo se cubre de esas horribles flores que me aprisionan. Ya tan solo puedo distinguir un trozo de cielo, por donde se asoma una nube juguetona, que me sonríe y me llama. Yo sé que las nubes ni sonríen, ni hablan, pero esta sí. Y quiero cogerla. Estiro mis brazos, la llamo y ella se carcajea, me guiña con un ojo de sapo. Lloro. ¡Quiero subir ─digo, ─quiero volver a casa, no puedo morir en este lugar rojizo!
No sé si estoy despierto. Sudo y creo que mi mujer me pregunta por qué grito y a qué alas me refiero.
¡Ella me abofetea y se lo agradezco!
Hay sueños que parecen más reales que la vida real. ¡Qué mal rato se pasa!
Un relato muy angustioso. Te deseo mucha suerte, Nani.
Besos apretados.
Nani. Has logrado estremecernos y eso tiene sabiduría detrás, aunque sea un sueño.
Un besito virtual.
Angustioso relato, que nos muestra esa cara onírica que habita dentro de nosotros.
Un abrazo Nani.
Nani, menudo estrés nos creas. Menos mal que ha sido un sueño, aunque algunos te aceleran demasiado el corazón.
Un abrazo
Los sueños forman parte de un mundo particular y a la vez ajeno del que mucho se habla pero poco se conoce. Muy profundo y angustioso debió de ser el de tu protagonista cuando agradeció salir de él con las bofetadas de su mujer.
Una atmósfera asfixiante, donde cada elemento debe ser una alegoría de algo, significados que es posible que ni el personaje conozca, lo que si está claro es el ahogo que transmite.
Un abrazo, Nani