PIONEROS
En el relato El abuelo, de Xavier Blanco, se puede observar una estructura clásica de planteamiento – nudo – desenlace al servicio de una de esas historias surrealistas de principio a fin, en la que sin salirse del género, mantiene la lógica interna que su imaginación ha creado y damos por hecho que lo que nos cuenta ha pasado así, sin cuestionarnos que pueda o no ser posible. Desde estas premisas, y con la imaginación como límite, escribir relatos de estas características parece sencillo, pero paradójicamente, si nos referimos al surrealismo, lo fácil es caer en el absurdo, si no se tiene, paradójicamente también, cierta coherencia para que no resulten vacíos o sin interés. En El abuelo, la naturalidad con que leemos los sucesos que describe es su mejor arma, junto a detalles que lo engrandecen, como el que el protagonista no se limite a enterrar cosas tangibles, y lo veamos utilizar ese genial do sostenido para dar consistencia a su experimento.
El surrealismo, con toda la imaginación desplegada, bastaría para hacer que lo podamos disfrutar sin más, pero resulta tentador buscar algún significado por debajo de esas historias. Yo me he imaginado al abuelo, título que nos hace evocar un tiempo pasado con nostalgia, como uno de esos pioneros en cualquier campo (arte, medicina, exploraciones, ciencia, técnica…) que tienen una idea innovadora en la que nadie cree salvo ellos mismos, y que con su tenacidad, superación, confianza y paciencia consiguen, pese a todos los inconvenientes, lo inesperado, porque no se refugian en la rutina con la que los demás ven la realidad. Esa fe del visionario, del que tiene el pensamiento libre, es lo que mantiene vivo el progreso. Los ejemplos de hombres y mujeres así los podemos encontrar en cualquier libro de Historia. Podría haber recurrido, para relatarnos esa especie de biografía, a una narración convencional, pero seguro que resultaría mucho más aburrida si no hubiera utilizado ese realismo mágico, con imágenes más propias de un sueño, que tan bien consiguen atraparnos.
Concurso: Relatos en Cadena – Cadena Ser – Ganador semana 15 de 2014 (VII edición).
(máximo 100 palabras, sin contar con la frase predeterminada con la que debe empezar – periodicidad semanal)
EL ABUELO, de XAVIER BLANCO
Suspiró profundamente y recogió dos cubiertos, un tenedor y una cuchara, que habían germinado junto a las zanahorias. Esa misma tarde reemprendió el experimento: plantó una flauta, tres partituras y un do sostenido. Luego se sentó en el porche y empezó a silbar. Lo miramos con ojos de rutina. Durante meses abonó la tierra, regó los surcos y arrancó, incansable, las malas hierbas. Una mañana nos despertó con sus gritos; nadie entendía su corretear gallináceo, su euforia desmedida. Nos arrastró hacia los ventanales y abrió el portalón. Desde allí pudimos contemplar, fascinados, como había brotado, en medio del huerto, un imponente piano de cola.
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Cada frase avanza anticipando la siguiente escena como si nada… Y cuando te quieres dar cuenta te hallas sumergido en un plano lisérgico lleno de escenas conocidas.
A mí me encantó.
Ya le escribí un comentario al camarada Ximens, o pensé en hacerlo, en el sentido que has comentado sobre la lucha, el no darse nunca por vencido, el trabajo incansable del visionario frente a la indiferencia o incredulidad de los demás. Eso, para mi, es lo que nos quería decir el micro bajo su apariencia surrealista.
Primero disculpas por aparecer tarde. Y segundo gracias a Rafa y a Jams, por hacer esto posible. Siempre me he maravillado con las cosas que podemos decir con solo 100 palabras, las palabras son así, a veces veneno, otras medicina. Siempre me ha maravillado la posibilidad del microrrelato de interactuar con el lector, ese lector que es el que siempre termina el micro, el que completa la elipsis, el que decide que imágenes son determinantes y cuales no.
Rafa, ese micro representa todo eso que explicas, porque la realidad, casi siempre, supera a la ficción, porque en la vida, todo es posible, solo tenemos que ser capaz de soñarlo.
Un abrazo
No hay de qué, Ana. Me alegro que te gusten.
Saludos.
Gracias a ti, Xavier. Cuánta razón tienes acerca de lo que se puede expresar con las palabras, aunque sean pocas, y la importancia de la experiencian de un lector ante un texto, que se puede hacer extensiva a un espectador ante una obra de arte o una película.
Un saludo.