54. PLAGA (Carmen Cano)
Venimos al barrio cada verano con el viento rojo del Sáhara. Ocupamos, en un principio, callejas, rincones y zaguanes. Algunas, más atrevidas, salen de día por las aceras y provocan el asombro de los viandantes. Las más afortunadas anidan en la cocina de un restaurante o de un hogar bien guarnecido.
Yo me tengo que enfrentar hoy a esta humana mediterránea que grita y hace aspavientos mientras me persigue con una escoba. Y ya sé cuál puede ser mi destino si no me escondo rápido, lo he visto en mis congéneres: patas y antenas quebradas y a las fauces del estrepitoso monstruo municipal. Después dirán que no es xenofobia.
Excel·lent, divertidíssim!
El mundo desde la perspectiva de una cucaracha ha de ser algo muy distinto a lo que estamos acostumbrados y muy próximo a lo que tú, de forma acertada, has imaginado y plasmado, traduciéndolo a un lenguaje humano apropiado, para que nos hagamos una idea, a partir de nuestro entendimiento. La historia de esta vida difícil, sin duda, podría quedarse ahí y con ello ya tendría mucho interés de por sí, sin embargo, tú vas más allá y en la última frase, en concreto mediante la última palabra, dejas caer tal vez la posibilidad de una comparación, la de la llegada de seres vivos con mala fortuna de serie, que intentan sobrevivir en un mundo más próspero, donde no son bien recibidos, con lo que ya no estaríamos hablando de insectos, sino de un mal de nuestro tiempo, el culmen de la desigualdad: la inmigración movida por la pura necesidad.
Un relato breve, intenso y con un lúcido doble sentido.
Un abrazo y suerte, Carmen
Moltes gràcies, Joan Lluís! Una abraçada.
El relato habla sobre estos curiosos insectos y también, como muy bien has analizado, sobre la inmigración y las desigualdades. Fobias de todo tipo nos acometen.
Muchas gracias por tus palabras, siempre acertadas, Ángel. Un abrazo.
Hola, Carmen. Ver la vida desde los ojos de una cucaracha por cierto que nos cambia la perspectiva, y quien dice cucaracha bien podría decir araña, o al menos eso es lo que yo, aracnofóbica empedernida si las hay, pensé hasta llegar a la mención de las antenas… y que la última palabra del micro sea justamente «xenofobia» abre el abanico aún más, porque la cucaracha, o la araña, o cualquier otro bicho indeseable sería sinónimo de persona indeseable, non grata y descartable… A mi modo de ver, has abordado más que bien la propuesta de los bichos…
Besotes😘😘😇😇
Tanto da arañas como cucarachas, aunque estas últimas son una plaga veraniega en mi ciudad. Por ello me han inspirado el micro, pero he querido recoger también el terrible problema de la inmigración hacia el Mediterráneo y sus consecuencias sociales.
Muchísimas gracias por tus palabras, Mariángeles.
Un beso muy fuerte.
Brillante (por evocador) inicio del relato: con ecos de Marsé (el regreso al barrio) y un aroma de aventuras y misterio (ese «viento rojo del Sáhara»). Y no menos brillante final.
Suerte y un abrazo, Carmen.
Cuánto me alegra que el micro te haya gustado y te haya recordado a Marsé.
Te agradezco tus palabras.
Un abrazo, José Luis.