25. POR FIN UN AÑO VENTUROSO de Piluca Illana Herraiz
De una en una, sin atragantarse. Lo había conseguido.
Las otras veces habían resultado infructuosas. Una mirada sin querer, un gesto queriendo. Cualquier distracción consciente o inconsciente habían dado al traste con el ritual, que desde siempre había seguido a pies juntillas como mandaba la tradición: Todos alrededor de la pantalla. El reloj a punto, sonando los cuartos, las campanadas del año nuevo. Las uvas contadas una y otra vez para que no fueran ni más ni menos que doce.
Por fin estaba solo. Ahora sí le llegaría la fortuna. Sería un buen año, no como los pasados. Nadie le distraería. Una vez fue su hermano ¿Por qué le había hecho aquel guiño justo en la penúltima? No pudo tragarla. Él se lo hizo cuando le empujó por el terraplén. Un desgraciado accidente. En otra ocasión fue su madre la que distrajo su atención ¿Por qué se le cayeron las uvas?. La encontraron sin vida, víctima de un fallo cardíaco cuando encontró colgado el cadáver de su padre. ¿Suicidio? ¿Asesinato?
SI. Este año sería venturoso. No cabía duda.
La enfermera del psiquiátrico recogió vacío, el vasito de plástico dónde el paciente asesino había comido metódicamente las uvas de la suerte.
Joder seguro que eran uvas de la suerte. Un texto duro lleno de desgracias y dramas a los que será difícil sobreponerse.
Me gusta Piluca esta historia cruda y directa.
Abrazos y suerte
Gracias Manuel por tu comentario. He querido dar una imagen distinta a la algarabía de fiesta que esa noche campa detrás de las campanadas.
Gracias Ana.
Qué duro y terrible. Es crudo como una novela negra con el final inquietante. Abrazos y suerte
Temblando, de verdad, temblando entera. ¿Pero cómo me lo iba yo a imaginar?
Besos
Las tradiciones llevadas en exceso… tienen eso… je je … Al final se convierte en cruda novela negra.
Gracias Jerónimo por tu comentario.
Besos a ti Isabel… Con ellos quiero darte calor para que dejes de temblar… ja ja ja.
Gracias por tu comentario.
Madre mía… menuda radiografía de la frenopatía que has conseguido enmarcándola en ese ritual de la noche vieja. Me parece muy directo (hasta divertido) y muy bien contando. Menos mal que al final has encerrado al espécimen éste XD para tranquilidad de todos. Mucha suerte 🙂
Si. Juan Antonio decidí que donde mejor estaba era encerrado en un frenopático… je je je. Allí, podrá comerse las uvas con tranquilidad. Bueno me preocupa la enfermera. Espero que no moleste mucho…
Gracias por tu comentario.
Los asesinos también comen uvas, si lo sab´re yo, je,je. Venturoso año, Piluca y un abrazo.
ja ja ja… al menos el mío ni las pela ni las despepita.
Gracias Eva por tu comentario.
Uy mejor no compartir fiesta con ese colega.
Por un momento temí que la enfermera le entorpeciera alguna uva y ya sabemos cual sería su final.
Buen humor negro, felicidades por el micro, y feliz navidad y uvas!!
Me ha parecido una historia fresca de la que siempre apetece leer pero nunca ver en persona.